Castigado por su amor romance Capítulo 1312

“Tía Gloria, en realidad… Todavía te preocupas mucho por mi abuelo, ¿verdad?”, preguntó Marcus cuidadosamente al otro lado del teléfono.

Gloria se rio levemente. “Marcus, si te dijera que no, ¿te sentirías mal?”.

Marcus respondió: “No, Tía Gloria”.

“Marcus, eres un buen chico, siempre te consideraré como mi sobrino porque biológicamente, tú y yo tenemos la misma sangre. Somos muy cercanos. Pero, tú eres diferente a tu abuelo y a tu padre; nunca me rechazaste. No solo eso, tú… incluso has cuidado de la antigua casa de tu abuelastra. Sé que eres un hombre leal y cariñoso”.

“Gracias, Tía Gloria”, dijo Marcus con una sonrisa.

“Pero tu abuelo fue diferente”, dijo Gloria con voz apagada. “Cuando tu abuelo me abandonó, yo acababa de nacer y no tenía ninguna habilidad para defenderme. Durante toda mi niñez y adolescencia, fui rechazada por él, mi padre biológico”.

“Tu abuelo me hizo comprender que era una pecadora, una pecadora que fue desechada y escupida en el momento en que nació. La única razón por la que no me siento inferior a los demás ni tengo una personalidad retorcida es porque tu abuelastra era una mujer de mente abierta; de lo contrario, pude haberme vuelto loca bajo la continua represión de tu abuelo”.

“¿Crees que me importaría un padre así? ¿Que albergaría algún sentimiento por él? Incluso si lo hiciera, ¿no crees que no sería más que odio?”.

“Solo estaba triste por la falta de un padre desde que nací. Pero Jennie Gibson era diferente. Estudiamos juntas de niñas, pero toda su vida fue mejor que la mía, e incluso ahora, todavía puede disfrutar del amor de tu abuelo”.

“Marcus, ¿crees que estoy celosa?”.

Marcus dijo solemnemente: “Tía Gloria, en el futuro, te amaré y cuidaré, solo trátame como a tu propio hijo. Seré filial contigo por el resto de mi vida. Todo lo que mi abuelo y mi padre te deben, te lo compensaré. En cuanto al perdón, tienes el derecho de no perdonarlos por el resto de tu vida”.

“Está bien, gracias, Marcus”, dijo Gloria con una sonrisa.

Después de una pausa, continuó: “Marcus, ya es tarde. Debo irme a la cama”.

Incluso si tuviera que arriesgar su antigua vida, incluso si pudiera morir, no permitiría que nadie intimidara a su hija.

Sentada sola en la sala de estar oscura y sin luz, Gloria se rio fríamente, murmurando para sí misma: “¡No permitiré que nadie destruya la vida feliz de mi hija y mi nieta! ¡Soy capaz de hacer cualquier cosa por mi hija!”.

Una mujer marchita de unos 50 años que había experimentado las crueles realidades de la vida estaba sentada sola en su sala de estar, con lágrimas cayendo a borbotones por su rostro.

Esa noche, Gloria apenas durmió.

Temprano al día siguiente, se veía demacrada y cansada, con las cuencas de los ojos profundamente hundidas y pesadas bolsas bajo sus ojos.

Gloria salió de la casa temprano antes de desayunar. Se subió a un taxi y se dirigió a la residencia de la familia Shaw.