Castigado por su amor romance Capítulo 1314

Aturdida, Gloria miraba la vista ante ella.

El anciano y la mujer frente a ella parecían padre e hija, basándose en su química.

Incluso después de décadas sin verla, Gloria la reconoció con una sola mirada. Los años no habían dejado muchas marcas en los rasgos de Jennie. Jennie era realmente bendecida por los cielos. Todavía se veía tan noble como siempre, viviendo una existencia de princesa.

¿Y qué hay de ella? Triste y desolada de la cabeza a los pies. Ya que estaba preocupada por la felicidad de su hija, salió de su casa sin siquiera peinarse. En ese momento, de pie frente a una mujer tan noble y elegante, Gloria se sentía realmente indigna e inadecuada.

El anciano en la silla de ruedas sonreía muy feliz ahora.

“¿Tus parientes han regresado?”, preguntó Gloria, con su voz ronca.

Viejo Amo Shaw: “…”.

Él vio a su propia hija. Estaba tan demacrada y tan triste. El anciano sintió como si le hubieran arrancado el corazón de la cavidad torácica con un cuchillo. En realidad, anoche, cuando Jennie, Lori y Jennifer se mudaron, el anciano había estado escuchando su conversación. Sin embargo, solo había entendido la mitad.

Palabras sobre cómo la esposa de Sebastian era una mujer con mal carácter, sin cualidades redentoras o logros a su nombre. Hablaron de las dificultades que Lori enfrentaba en su línea de trabajo, y de cómo fueron inesperadamente derrotadas por mujeres de tan bajo calibre, que esta era una época donde las mujeres locas reinaban supremas. Sin embargo, su discusión no duró mucho tiempo, porque tanto Marcus como su padre no estaban dispuestos a discutir el tema, especialmente Marcus. Él era muy hostil con Lori y su madre, no dándoles la bienvenida a su casa en absoluto.

De repente, recordó que desde el día en que su hija nació hasta ahora, más de cincuenta años después, ella solo había puesto pie en la residencia de la familia Shaw una o dos veces. Incluso en esas ocasiones, su hija solo había pisado la entrada principal; no llegó a entrar en el salón, y mucho menos a comer allí.

De las una o dos veces que pasó por la entrada principal, una vez, su propio hijo la pateó en el aire. Y la otra vez, fue echada por cuatro o cinco sirvientes, bajo las órdenes del ama de llaves, con las manos cruzadas sobre los brazos.

No era de extrañar que, incluso hasta ahora, su hija estuviera tan aterrorizada al ver este lugar de nuevo. Para Gloria, este lugar era como un sitio de ejecución.

Ante este pensamiento, el pecho del anciano palpitaba de dolor. Se le hizo un nudo en la garganta, ahogándolo como si se hubiera tragado accidentalmente una espina de pescado. Tosió violenta y continuamente, hasta que todo su rostro se enrojeció.