Castigado por su amor romance Capítulo 1356

Por su parte, Sebastian estaba muy tranquilo, como si hubiera pasado toda la tarde sentado en su oficina. “Sabrina, ¿dónde estás?”.

Sabrina respondió de forma automática: "Recogiendo a Aino".

“Es probable que llegue tarde a casa esta noche. Vete a casa de inmediato después de recoger a Aino. No me esperes para la cena”, continuó Sebastian.

"Bien". Sabrina hacía todo lo posible por controlar sus sollozos, para que su voz sonara tranquila.

Pero, en el otro extremo, Sebastian notó que su voz sonaba lejana y distante. Como una ráfaga de viento, que pronto sería arrastrada muy, muy lejos.

Sebastian: “…”.

Después de una pausa, preguntó: "¿Te... te pasó algo?".

Sabrina tampoco ocultó la verdad y dijo: "¡Sí!". Luego continuó: “Hablaremos cuando llegues a casa esta noche. Si no hay nada más, cuelgo. Sabes que no soy muy buena conduciendo. Adiós”.

Entonces, terminó la llamada rápidamente, sin dudarlo un segundo. Cuando terminó la llamada, no encendió el motor inmediatamente. Permaneció sentada en el coche, mirando al frente aturdida.

Sentada en el asiento de niños, Aino sabía que algo andaba mal con su madre hoy. La niña sensata no dijo una sola palabra, solo miraba a su madre mientras ella seguía sentada en su asiento y miraba a lo lejos.

Demasiadas cosas habían pasado hoy, tanto que Sabrina sentía como si su cabeza estuviera a punto de partirse por el dolor de cabeza que tenía. A pesar de que siempre era tranquila y serena, no podía soportar tantos acontecimientos en un día.

Se recostó en el volante, queriendo organizar bien sus pensamientos.

En la mitad de la tarde recibió una llamada de Lori. Le había tendido una trampa, desviando sus planes y la atrajo con éxito al Hotel Internacional Gran Sabio.

Pero ella no podía detener a una graduada altamente educada de una universidad extranjera.

Desconsolada sobre el volante, las lágrimas de Sabrina cayeron como un collar de perlas rotas. Sin embargo, ella no se atrevía a llorar fuertemente. Tenía miedo de asustar a Aino.

"Mami…". En este momento, Aino la llamó débilmente desde atrás. La voz de la niña sonaba impotente y perdida. El corazón de Sabrina se apretó de dolor cuando escuchó el dolor y el miedo en la voz de su hija.

Inmediatamente reaccionó, secó sus lágrimas y luego las reemplazó con una sonrisa cordial. Ella dijo: “Aino, la Abuela cocinó tus raviolis de salchicha favoritos hoy. Papá está ocupado con el trabajo. Llegará tarde a casa esta noche. Cenemos en la casa de la Abuela, ¿de acuerdo?".

Cuando escuchó que iban a la casa de la Abuela, Aino se animó. "¡Me parece genial!".

Entonces Sabrina condujo a la casa de su madre. Primero engañaría a la niña y la llevaría a la casa de su Abuela. Por la noche, jugaría con su hija hasta que se cansara y se durmiera. Luego, le pediría a su madre que abrazara a Aino mientras dormía toda la noche.