Castigado por su amor romance Capítulo 1396

Sean respondió inmediatamente: “¡Sí, anciano! Incluso si Lori trajo a ese hombre al lugar, ¿qué pasa con el otro hombre de negro? El hombre de negro nos ha acosado una y otra vez por el bien de Sabrina, ¡incluso golpeó a Rose!”.

“¡Que golpee a tu esposa no tiene nada que ver con mi madre! ¡Tú eres el único culpable, Sean Ford! ¡Intenta ponerle las manos encima a mi madre y te pisotearé hasta la muerte!”. Aino, quien había permanecido en silencio hasta ahora, habló de repente. Puede que ella solo tuviera seis años, pero era muy observadora. La razón por la que no se unió a la conversación antes fue porque intuía que el Viejo Amo Shaw estaba realmente allí para apoyar a su madre y a su abuela. Sin embargo, cuando su abuelo intentó humillar a su madre de nuevo, la pequeña Aino se encargó de defenderla.

“¡Aino, eres la hija de tu padre!”, enfatizó Sean.

“¡Mi madre es la que me dio a luz! ¡Mi mamá es la que me crió durante seis años! ¡Mi mamá es la que me cuidó mientras luchaba por vivir en un lugar como el Condado de Ciarrai! Si ella quisiera irse con otra persona, ¡lo habría hecho en ese entonces! ¿Por qué regresaría a Ciudad del Sur y se casaría con mi padre si quiere buscar otros hombres?”.

Sean se quedó sin palabras al instante debido a las palabras de Aino.

Aino miró a Lori. “¡Mamá de Jennifer! Ahora todo está claro, ¡estás tratando de tenderle una trampa a mi mamá! Mala mujer, ¿cómo pudiste conspirar contra mi madre mientras seguías viniendo a mi casa como invitada? ¡Mamá de Jennifer, eres demasiado atrevida! ¿De verdad crees que nadie de nuestra familia podría hacer algo al respecto?”.

La niña hablaba como una adulta, principalmente porque Kingston se burlaba de ella todo el tiempo. A veces, cuando lo hacía, decía: “La princesita es realmente atrevida. No le tienes miedo a nada, ¿eh? Incluso puedes golpear a los niños”.

La niña captaba rápidamente el tono de con quien pasaba más tiempo.

“¡Kingston! ¡Kingston!”. Aino gritó como si fuera la jefa allí, pero Kingston no pudo responder, porque no se le permitía entrar en la antigua residencia Ford y se quedó atrás para vigilar el coche. Naturalmente, la voz de Aino no le llegaría. Ella se puso las manos en la cintura y apretó los dientes.

Su bisabuela cubrió su sonrisa y bromeó. “Aino, pequeña, eres como un pequeño explosivo”.

“¡Bah! ¡Soy un pequeño explosivo! ¡Voy a atrapar a quien intimide a mi mami!”, dijo Aino, antes de gritar a todo pulmón. “¡Kingston! ¡Kingston!”.