Castigado por su amor romance Capítulo 1593

"Alex...". Jane se apoyó contra la ventanilla y lo llamó de nuevo desesperada.

Alex miró a Jane con frialdad. "Di lo que tengas que decir. Ya tengo planes, así que no puedo permanecer aquí por mucho tiempo. Tengo muchos pendientes en Ciudad Kidon".

"Alex, mi mamá...". Jane contuvo las lágrimas y entonces se dio cuenta de que no estaba en condiciones de pedirle ayuda a Alex para su madre. Acababa de pedirle que se fuera frente a tanta gente. "Tú… tú… yo…".

"Di lo que tengas que decir", dijo.

"Tú… piensas que te serví bien, ¿no es así?". Jane miró a Alex con nostalgia.

"...".

"Creo que no habrá otra persona en la tierra que conozca tus necesidades mejor que yo; nadie sabe mejor que yo qué posiciones disfrutas más; nadie conoce tu cuerpo mejor que yo".

"...".

"Así que Alex... Tómame como... como tu...". Jane no se atrevía a decir la palabra ‘amante’. No sabía si tenía derecho a pedirlo.

Alex aún llevaba las gafas de sol y el cigarrillo que tenía entre los labios se había apagado. Un ligero humo rezumaba de su nariz. Tenía una posición y expresión majestuosa y serena.

"Te... ¿decidiste a volver conmigo, entonces?", preguntó finalmente.

"¿P…puedo?", preguntó ella con anticipación.

"¿Haces esto voluntariamente?".

Jane asintió frenéticamente. "Yo... yo estoy haciendo esto voluntariamente".

"¿Me amas?".

"¡Si!".

En ese momento, Alex todavía seguía fingiendo. "¿Así es como te vas a sentar conmigo? No veo ninguna prueba de que me ames".

"...". Las mejillas de Jane se sonrojaron de un rojo brillante. Había estado separada de él durante casi cinco meses, por lo que la falta de familiaridad entre ellos hizo que le resultara vergonzoso acercarse a él. Ella solía ​​sentarse en su regazo, apoyarse en su abrazo y envolver sus brazos alrededor de su cuello; era algo común en ese entonces. Ahora, no sabía qué hacer, pero Alex no parecía querer dejarlo pasar. Continuó mirándola con frialdad.

El rubor en su rostro se profundizó en segundos, pero ella luchó por moverse con su vientre embarazado y se acercó a él. Lenta y constantemente, levantó los brazos y tomó la iniciativa de abrazar su cuello.

"Alex, llévame a casa. Estoy cansada", dijo con resignación.

Afuera del coche, todas las mujeres miraban con envidia, sin percatarse de cómo sus uñas se clavaban en su propia carne.

Dentro del coche, los labios pálidos de Jane sin una pizca de color ya se acercaban a los de Alex. En ese momento, ya no podía contenerse. Él abrió sus brazos de hierro antes de atraerla hacia él con fiereza.

"Pequeña mujer, ¿crees que no puedo lidiar contigo?", preguntó él en voz baja y ronca.