Castigado por su amor romance Capítulo 1799

"Vaya, Abuelo, qué lento eres bajando las escaleras", dijo Aino con una sonrisa.

"Pequeña, de verdad que me has tendido una gran trampa. Me dijiste que era divertido que los dos bajáramos las escaleras tomados de la mano, y te creí. Sin embargo, ya has bajado bastantes escalones, pero yo aún no he podido bajar".

"Abuelo, te sostendré". Aino volvió a subir los escalones para coger la mano de su abuelo. "Ten cuidado, Abuelo".

¿Abuelo? Kingston se quedó confundido por un momento. ¿Era Sean? Sonaba como él, pero ¿por qué Aino era tan amable con él? Justo cuando Kingston quería subir a ver por sí mismo, Aino ya había guiado a Sean por las escaleras. Efectivamente, era Sean. Sin embargo, Kingston también se quedó atónito. Nunca esperó que Aino fuera tan amable con el anciano. No se mostraba distante con él en absoluto, es más se mostraba muy cercana a él. Kingston también se sintió conmovido por un momento por algunas razones. Después de todo, él era su abuelo, así que no había razón para que no fueran cercanos.

"Buenos días, Viejo Director Ford". Kingston se inclinó ante Sean respetuosamente.

"Tío Kingston, estos son los raviolis que me dio mi abuelo". Aino le entregó la bolsa a Kingston.

Kingston se sintió halagado. "Gracias, pequeña princesa. Gracias, Viejo irector Ford".

Sean miró a Kingston. "Kingston, has trabajado mucho cuidando a mi nieta todos los días. Cuando Sebastian traiga algún día a Sabrina y a Aino a la Residencia Ford, tú también debes entrar a comer con nosotros. Eres el ángel de la guarda de la familia Ford".

"Gracias... gracias, Viejo Director Ford", dijo Kingston.

"Vamos, lleva a Aino a la guardería. Conduce despacio en la carretera", dijo Sean.

"¡Sí!", dijo Kingston.

"Jaja, Tío Kingston, mi abuelo es bueno, ¿verdad?", preguntó Aino.

Sean se quedó sin palabras. Su expresión se volvió cada vez más agria. Se limitó a tomar la mano de Aino, pero no respondió a sus preguntas infantiles. Sacó su teléfono y le dijo a la otra parte sin aliento: "¡Terminemos este asunto! ¡Esto termina aquí! ¡Llevaré a Aino a casa!".

"¿Abuelo?". Aino levantó la cabeza para mirar a su abuelo.

"Buena niña. Vamos a casa, nena". Sean abrazó a Aino con fuerza entre sus brazos.

Justo en ese momento, cuatro hombres bien dotados se acercaron repentinamente por detrás de Sean y lo empujaron. Después, le arrebataron a Aino y se fueron.

"Abuelo...", gritó Aino bruscamente de inmediato.