Castigado por su amor romance Capítulo 1879

Sabrina sonrió tranquilamente. Solo necesitaba provocarlo un poquito más. Solo un poco más y él la apuñalaría hasta la muerte en ataque de rabia. Solo entonces podía asegurarse que Sebastian no se detendría por su bien. Solo entonces Sebastian podía acabar con este ladrón en un solo golpe. Solo entonces se podía asegurar que Sebastian y Aino vivirían sus vidas felices y seguros.

“Malvolio, ¿te he subestimado? No te atreves a matarme en lo absoluto, y ¡no podrías soportar mi muerte tampoco! Puede ver a través de ti. ¿Qué tipo de mujeres fueron con las que te has involucrado en el pasado? ¡Todas fueron basura! Sin embargo, ¡solo eres digno de tener sexo con ese tipo de basura! Eso es porque eres extremadamente tacaño y un asqueroso pedazo de basura también…”.

“¡Sabrina Scott! ¡J*dete!”. Malvolio de repente se acercó en frente de Sabrina y la daga fue presionada justo en la arteria principal de Sabrina.

Sabrina de inmediato cerró los ojos.

‘Adiós, mi querido Sebastian. Dios sabe cuánto te quiero. No pude hacer nada por ti, así que todo lo que puedo hacer es hacer que no tengas ni una preocupación en el mundo en el futuro. Adiós, mi querida Aino. No pude ser el escudo que te protege, así que esto es todo lo que pude hacer. En tus años restantes, tienes que ser fuerte, y no debes llorar. Al menos tienes a tu padre a tu lado. Sebastian y Aino, no hay necesidad de que estén tristes por mí porque aún tengo a mi segundo hijo para acompañarme. Nosotros seguramente los estaremos protegiendo desde el cielo y dejándolos vivir una buena vida. Sebastian, tienes que cuidar de mi madre. Ella es muy lamentable. Aino, tienes que recordar amar a tu abuela y cuidarla por el resto de tu vida. Adiós, mi querida madre. Lo siento. Adiós…’.

Sabrina esperó el helado y repentino dolor que cortaría por su garganta con el que de inmediato ascendería al cielo después. Tal vez podría ver a su esposo, hijo y madre en el momento que estaba ascendiendo. Sin embargo, lo que esperó nunca pasó. Esa brillante y helada daga no dio contra su arteria principal como deseaba. La daga había repentinamente parado justo a unos centímetros de su garganta. El hombre miró a Sabrina con ojos ardientes.

“Tú…”. Sabrina echó unos pasos hacia atrás después de abrir sus ojos de repente. “Si no… me matas ahora, ¿entonces cuándo?”.

Malvolio sonrió gentilmente. “Casi caigo en tu trampa. Sabrina, querías enfurecerme y hacerme matarte, ¿verdad?”.

Sabrina maldijo: “¡Que se j*dan tus ancestros!”.