Castigado por su amor romance Capítulo 1901

Eira asintió entre lágrimas. Desde entonces, cada vez que veía a alguien comiendo bocadillos, solo veía y babeaba. Nunca más había robado nada de los demás.

Su hermano le prohibió robar. Si ella fuera a robar, su hermano le rompería las piernas. Siguió pensando en eso durante todo su viaje a casa. Llegó a casa en silencio mientras estaba pensando en eso. Cuando llegó, vio a su madre acurrucándose en el borde de la cama.

"Mamá, mamá, ¿qué te pasó?", preguntó Eira, corriendo hacia ella.

"Eira, ya no puedo ganar dinero. Nuestro pequeño cobertizo de madera será derrumbado. Ya no puedo comprarte una chaqueta de plumas. Te congelarás". La madre de Eira la abrazó y la apretó muy fuerte.

Eira estaba adolorida por haber sido apretada por su madre, pero no se movió. No se resistió ni escapó. Sabía que su madre se preocupaba por ella. Su madre, quien se había recuperado, tuvo una recaída porque había perdido su pequeño cobertizo de madera debido a la demolición de su vecindario. Además, la medicación en casa se iba a acabar pronto. Eira no quería que su madre fuera internada en un hospital psiquiátrico. Si eso fuera a pasar, no solo habría perdido a su padre, sino que incluso a su madre. Ella no supo cuánto tiempo estuvo siendo abrazada por su madre, pero solo la dejó abrazarla así. No fue hasta que su madre se cansó y se había quedado dormida que Eira se liberó de los brazos de su madre. No dijo una palabra. Tranquilamente cubrió a su madre con una manta, y luego en silencio salió por su cuenta. No dudo ni miró atrás. En cambio, se subió a un autobús para ir a la mansión en la que vivía su padre.

Eira había estado algunas veces en la mansión en la que su padre vivía. Cuando era más pequeña, su madre la llevaba ahí. Sin embargo, ellas siempre miraban desde lejos, y su madre le decía: "La mujer que vive aquí fue la zorra que sedujo y se llevó a tu padre".

Cada vez que habían estado ahí, su madre siempre había maldecido fuera de esa mansión durante mucho tiempo. Más tarde, cuando Eira extrañaba a su padre, su hermano era quien la llevaba para mirar a su padre. Por lo tanto, había estado muchas veces en la mansión de su padre, pero Eira nunca había entrado antes. No sabía cómo se veía el interior de la mansión.

Se puso en cuclillas en los pequeños arbustos fuera de la mansión como un pequeño gato callejero y se agachó allí para esperar. Ella no tenía prisa por llegar a casa. Eso era porque su hermano podía volver a casa alrededor de las diez de la noche cuando no hubiera más clientes en el restaurante. Por lo tanto, nadie se preocuparía si había regresado a casa o no a esa hora. Solo esperó en silencio allí.