Castigado por su amor romance Capítulo 247

Sabrina no sabía qué responder.

¿Él les debía dinero por la leche en polvo?

¡Sí!

Sin embargo, ¿pagaría?

Sebastian nunca reconocería a Aino. Solo la trataría como su vergüenza.

Sabrina se tragó a la fuerza su amargura, y luego le dijo a Aino con una sonrisa: “Aino, dime dónde estás ahora. ¿Ya comiste? ¿Ya te acostumbraste a la comida? ¿Te sientes asustada, me extrañaste?”.

Aino lo pensó un poco y dijo: “Mamá, en realidad, el vagabundo apestoso fue bastante amable conmigo. Me dio de comer un rico pudín y pastel de calabaza para el almuerzo. Son mi comida favorita. Te extraño un poco, Mamá. ¿Vas a venir a buscarme? Estoy en el piso de arriba del vagabundo apestoso. ¿Dónde es este lugar?”.

Aino se dio la vuelta y miró al joven que antes había aplastado con la masilla babosa. “Hermano, ¿dónde estamos?”.

El apuesto joven respondió inmediatamente: “Informando a la princesita, este es el Departamento de Planificación”.

“Estoy en el Departamento de Planificación, Mamá”.

‘Departamento de Planificación’.

Sabrina se levantó y quiso irse pero fue detenido por Sebastian por la espalda. “¿Quieres distraer a todos en mi empresa del trabajo?”.

Sabrina dijo: “Solo quiero ver a Aino, ¿está mal?”.

Sebastian la miró molesto. “Espera aquí. ¡Voy a buscarla!”.

Dicho esto, se levantó y se dirigió al frente de Alex, y volvió a preguntar: “¿Aún no te vas?”.

Alex dijo: “Estoy aquí para ayudarte a vigilarla. Tengo miedo de que se asuste si está sola”.

Sebastian no dijo nada y salió.

Solo quedaron Sabrina y Alex en la oficina.

Sabrina bajó tranquilamente la mirada y no miró más a Alex.

“Eres muy especial, pero esto también es normal. La mujer que pudo captar la atención de Sebastian debe tener sus propios rasgos únicos”.

Sabrina seguía sin decir nada.

Los dos pasaron los siguientes cinco minutos en un silencio incómodo. Entonces, se abrió la puerta de la oficina y Aino apareció dando saltos. “¡Mami!”.

“Aino, Aino”. Sabrina se acercó rápidamente a Aino, y luego la atrajo hacia sus brazos. Era como si no hubiera visto a su hija durante un año. La abrazó con fuerza, y se le llenaron los ojos de lágrimas. “Me alegro que estés bien”.

Sebastian lo presenció todo sin expresión alguna. “¡Ella es mi rehén, así que obviamente la mantendré a salvo! Tu preocupación era excesiva”.

“Pfft…”. Alex volvió a soltar una carcajada. Después de eso, Alex se levantó y se dispuso a irse. Antes de salir, dijo: “La sala privada de mañana es grande. Trae a mi cuñada”.

Sebastian asintió. “Está bien”.

Después de que Alex se fuera, Sabrina abrazó a Aino y levantó la cabeza para mirar a Sebastian. “¿Es mi momento de acompañar a tus invitados?”.