Resumo do capítulo Capítulo 262 do livro Castigado por su amor de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 262, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance Castigado por su amor. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Romance continua a emocionar e surpreender a cada página.
“Supongo que no hay nada malo en rendirse. Te he entendido mal, al menos no eres cruel con mi hija. Soy feliz mientras mi hija vaya al jardín de niños y reciba la educación como todos los demás niños. No quiero darle más vueltas a esto, haré todo lo que me pidas a partir de ahora, mi vida está en tus manos”, dijo Sabrina en voz baja, casi como si hubiera renunciado a luchar, mientras se acurrucaba en los brazos de Sebastian.
En realidad, quería decir que había aceptado su destino y que sería la compañera de cualquier persona a la que Sebastian la entregara. Seguiría al hombre por el resto de su vida si eso era lo que él quería. Simplemente no quedaba ningún atisbo de lucha en ella, estaba agotada tanto espiritual como físicamente. Si, para empezar, no había ninguna posibilidad de escapar del hombre, ¿por qué iba a luchar contra él? Más le valía ser la horrible mujer que todos creían que era y disfrutar de cada momento de felicidad tanto como pudiera en los brazos de Sebastian.
Su pecho era cálido, estaba cubierto con poderosos músculos y Sabrina no pudo evitar frotarse contra él como si tratara de encontrar el mejor lugar para acurrucarse. Sebastian sintió que un fuego se encendía desde lo más profundo de su ser, tan abrumador que casi lo cegó en un instante. Fue en ese mismo momento cuando sus ojos se encontraron con los de Kingston, que conducía en el asiento delantero y le devolvía la mirada a través del retrovisor con ojos asombrados.
Kingston se encontró a regañadientes con los ojos de su amo, sintiendo que se iba a ahogar por la muestra pública de afecto.
“Sácate los ojos”, dijo Sebastian con brusquedad.
“Amo, ¿qué... qué ha dicho?”.
“¡Sácate los ojos y tiralos por la ventana!”, repitió Sebastian.
“Oh... ¿vamos a volver a tu oficina?”, preguntó Sabrina con curiosidad.
“No”.
“Esta bien...”. Decidió ahorrarse el esfuerzo y no preguntar al respecto. ¿A quién le importaba adónde la llevarían?
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Castigado por su amor