Castigado por su amor romance Capítulo 2808

Marcus miró en silencio a la falsa Yvonne. “No puedo, querida”.

La falsa Yvonne preguntó: “¿Por... por qué?”.

¿Podría ser que ella hubiera hecho algo malo y le hubiera hecho darse cuenta de que era falsa? Eso era imposible. Ella no había hecho ningún error.

“Hubo un año en que salí a buscarte, caí en un valle y accidentalmente contraje una especie de enfermedad de la piel difícil de tratar. Hace poco me curó un doctor. El doctor me pidió que tomara medicamentos para estabilizar la enfermedad durante un año. Durante este tiempo, no puedo acostarme con nadie, no puedo comer comida picante ni beber alcohol. Si me acuesto contigo, te transmitiré la enfermedad”, dijo Marcus como si fuera verdad.

La falsa Yvonne dejó inmediatamente de llorar y sonrió, y luego volvió a llorar. “Marcus, ¿cuánto exactamente has sufrido por mi causa?”.

“Nada de eso es importante. Lo importante es que ahora has vuelto, ¿verdad?”.

“Mm-mmm. ¡Marcus!”. La falsa Yvonne cerró los ojos emocionada y apoyó la cabeza en el hombro de Marcus.

“Vete a la cama”, le dijo Marcus. “Yo me quedaré aquí para verte dormir”.

“De acuerdo, cariño”. La falsa Yvonne estaba tremendamente emocionada. Sentía que por fin había alcanzado la felicidad en esta vida.

Marcus dijo que la observaría dormir toda la noche, y realmente lo hizo.

Cuando ella se despertó a la mañana siguiente, él estaba sentado junto a la cama.

Tras verla despertar, la llevó a desayunar juntos. Cuando terminaron de desayunar, hizo un arreglo especial para que ella descansara en casa. Vendría a verla cuando terminara de ocuparse de sus asuntos en la compañía.

“Adelante, querido, me quedaré en casa”. La falsa Yvonne estaba muy contenta.

Marcus también se fue con la cara llena de felicidad.

Fue hasta que subió a su coche que su rostro se fue cubriendo de tristeza.

En cuanto salió, Marcus llamó al ama de llaves más meticulosa de su casa. “¡Oye! Tienes que prestar mucha atención y no dejar que la joven haga daño a los dos niños. Sin embargo, ¡tienes que ser discreto y no dejar que nadie se dé cuenta! ¡Asegúrate de tener eso en cuenta!”.

Cuando terminó la llamada, Marcus apoyó la cabeza en el respaldo del asiento. Nadie sabía lo que estaba pensando.

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