Castigado por su amor romance Capítulo 419

“Sé cómo protegerme y proteger a mi madre”.

Sabrina se sintió ligeramente conmovida al escucharlo. Volvió a abrazar a Aino. “Buena bebé, sabía que lo hacías todo por mi bien”.

“Mmm, mami”, actuó Aino de forma tierna al pasar y dijo: “No es que quisiera ir al parque de diversiones todos los días. Cuando estuvimos ayer en el parque de diversiones, había un juego que necesitaba tres personas para poder jugar. Tenía que ser papá abrazando a mamá, luego mamá abrazando al bebé, y nos montábamos juntos en la montaña rusa”.

“Yo quería montarlo ayer, pero el Tío Kingston no estaba dispuesto a abrazar a la abuela Lewis…”

“Pfft…”. El chofer casi se ahoga con su propia saliva.

Kingston no tenía ni 30 años este año, y la Tía Lewis tenía unos 50 años.

¿Dejar que abrace a la tía Lewis?

El chofer miró a su Amo con ojos agraviados.

“Kingston, al parque de diversiones”, dijo Sebastian.

“¡Sí, Amo Sebastian!”

Sabrina se quedó sin palabras.

Cuando estaban en el parque de diversiones, Sabrina se dio cuenta de que la pendiente que tenía que subir la montaña rusa tenía varios giros bruscos. Era alta y empinada. Sabrina se asustó con solo mirarla.

No era una persona temerosa.

Tampoco era delicada.

Sin embargo, le daban miedo las alturas.

No podía quedarse quieta porque le temblaban las piernas. Ni siquiera se dio cuenta de que el hombre la estaba abrazando por detrás.

Sin embargo, una vez que vio la pequeña mirada emocionada en la cara de Aino mientras murmuraba con un puchero: “Oh oh oh oh, por fin pude tener a papi y a mami abrazándome y jugando juntos”.

Sebastian y Aino estaban extasiados después del viaje en la montaña rusa.

Sin embargo, Sabrina estaba bastante asustada.

Estaba tan asustada que no había recuperado del todo sus sentidos después de dos horas desde su regreso a casa. Ni siquiera tenía apetito para la cena, así que solo tomó unos pocos bocados, luego se lavó rápidamente y entró en su dormitorio.

El hombre llevaría a Aino a la cama de todos modos, así que no tenía que preocuparse por eso.

Cuando Sabrina se sentó en el borde de la cama, pudo observar detenidamente el par de brazaletes. El brazalete de crismatita tenía una suave luz amarilla que atravesaba todo el cuerpo. Era muy suave.

Era tan hermoso que Sabrina no podía apartar los ojos de él.

En ese momento, la puerta se abrió y el hombre entró con valentía. Con una inclinación de su cuerpo, la estrechó en su abrazo.

“¿Te gusta esta pulsera?”. El hombre preguntó con una voz profunda y cariñosa.