Castigado por su amor romance Capítulo 772

Al escuchar el grito de su hija, Sabrina se dio la vuelta para mirar a Aino: "¿Dónde, cariño?".

"Fuera de la ventana". Aino señaló el exterior de la ventana.

Sabrina miró en la dirección donde apuntaba el dedo de Aino. "¿Dónde? No veo nada".

"Mami, no ves bien. Tienes que ver más allá de la carretera, detrás de ese árbol. Mira, ahí hay dos ojitos negros". La mirada de Aino seguía fija en la distancia. No sentía ningún miedo por el par de ojos, porque Aino podía sentir calidez en su mirada. Al ver más de cerca, Sabrina efectivamente vio el par de ojos.

Sabrina se quedó tan sorprendida que quedó helada durante una fracción de segundo. Todo lo que vio fue un par de ojos oscuros detrás de un árbol. Estos ojos las miraban a través de un espacio entre las ramas.

Sabrina miró fijamente a esos ojos, e inmediatamente salió del coche y llevó a Aino corriendo hacia la carretera. "Aino, rápido, sígueme".

Sin embargo, cuando llegaron al lado opuesto de la carretera, no vieron nada. El par de ojos ya habían desaparecido.

Sabrina se quedó en el mismo sitio, decepcionada.

"Mami...". Aino la llamó débilmente. "Todavía me tienes a mí".

Al instante, las lágrimas rodaron por las mejillas de Sabrina. Se arrodilló y abrazó a su hija. "Sí, Mami todavía tiene a Aino".

Como una pequeña adulta, la niña plantó un beso en la frente de su madre. "Mami, no estés triste".

Su beso fue muy reconfortante para Sabrina. Por su hija, ella tenía que seguir viviendo feliz.

Una vez que llegaron a casa, se dieron cuenta que Sebastian aún no había llegado del trabajo. Al ver que la Tía Lewis ya tenía la comida lista, Sabrina decidió llamarlo.

Al otro lado de la llamada, Sebastian estaba en medio de una reunión. Ya que los problemas en la ciudad natal de Sabrina se habían resuelto, ahora era el momento de centrarse plenamente en la conquista de Isla Estrella. Esta reunión era para planificar aquella toma de posesión.

Respondió inmediatamente a la llamada de Sabrina. Todos los presentes supieron de inmediato que se trataba de una llamada de su esposa.

Ninguno de los subordinados presentes mostró algún indicio de sorpresa. A estas alturas, estaban acostumbrados a las dulces interacciones entre su jefe y su esposa.

Del otro lado, Sabrina realmente creía que Sebastian estaba solo en su oficina.

"Querido, trabaja duro pero no te excedas".

"Gracias por tu consideración, mi líder".

"No... no me malinterpretes, querido. Te pedí que no te agotaras, no porque estuviera preocupada por ti, realmente lo estoy haciendo por mí...".

"Si estás demasiado cansado, no tendrás tiempo de servirme cuando estés en casa, ¿no es así, querido?". Sabrina se mostraba cada vez más abierta, más atrevida.

Para ser sincera, lo hacía, en parte, porque escondía una sensación de soledad en su corazón. El par de ojos, se habían visto los ojos. Pero cuando se acercó, no vio nada. Sabrina no podía quitarse la decepción y la soledad de su pecho, y la ansiedad de no poder encontrar a su madre de su cabeza.