Castigado por su amor romance Capítulo 774

Sebastian se enderezó enseguida. "¿Qué acción?".

Al otro lado, su subordinado le informó inmediatamente: "El líder de Isla Estrella, Pancera, está dando un discurso público. Está hablando de resistir un ataque proveniente de Ciudad del Sur".

Sebastian se rio con amargura. "¡Ja! ¿Por qué iba a atacarlos? Se sobreestima a sí mismo".

"Amo Sebastian, ¿qué debemos hacer ahora?", preguntó su subordinado.

Sebastian se mantuvo relajado. "Quiere resistir un ataque de Ciudad del Sur, ¿verdad? Contrata más soldados para él, que se dé cuenta de lo fuerte que es".

"Entendido, Señor". Al otro lado, su subordinado dijo respetuosamente: "Siento haber interrumpido su descanso, Señor. Buenas noches".

"Bueno". Al terminar su llamada, Sebastian vio que Sabrina ya estaba sentada. Lo miraba con preocupación. "¿Te quedaste hasta tarde en la oficina hoy… pero no para avanzar con lo restrasado, sino para preparar el ataque a Isla Estrella?".

Sebastian asintió. "Sí".

Sabrina se mordió el labio inferior con preocupación. "¿Será peligroso?".

"No", respondió rápidamente.

"¿Me estás ocultando algo?". Ella tomó su cara entre sus manos y lo miró seriamente. "Desde la antigüedad, siempre ha existido el riesgo de sufrir daños en todas las formas de guerra. ¿Y tú me dices que no será peligroso?".

Sebastian levantó las cejas. "¿A qué situaciones peligrosas no me he enfrentado antes? Cuando decidí tomar posesión de la Isla Estrella, hice un plan a prueba de tontos y desde entonces he puesto en práctica mi plan, solo que de poco a poco. Además, en estos tiempos la fuerza física no es la única forma de tomar el poder. De hecho, es la forma más primitiva e ineficaz".

"¿Estás seguro?".

"¿Cómo piensas agradecérmelo?", preguntó él, con un tono sugerente y una mirada pícara.

"¡Una recompensa!". Ella se lanzó a sus brazos y rodeó su cuello con los suyos. "¡Una recompensa inesperada!", le susurró al oído.

Poco después, fue al ataque. Fracasó una vez más, a pesar de haberlo iniciado. Su plan inicial era recompensarlo, pero terminó siendo al revés.

A la mañana siguiente, el sol ya brillaba alegremente cuando ella se despertó. Extendió la mano y acarició el espacio que tenía a su lado, pero lo encontró vacío.

Se tocó la cara y la encontró suave y tersa. Se sentía fresca y descansada. El único problema eran sus huesos, le dolían un poco. Se levantó y se puso una de las camisas de Sebastian. De pie, frente al espejo, murmuró para sí misma: "Sabrina Scott, te has vuelto más y más pervertida. ¡Qué mujer tan desvergonzada!".

Luego, soltó una risa divertida por sus propias palabras.