¡Pum! Cuando escucharon el golpe de los dos jóvenes a caer sobre sus rodillas, casi se les salen los ojos a todos los presentes. ¡Se arrodillaron! ¡Los dos rufianes infames, Xu Ziheng y Zhang lian, estaban arrodillándose ante los pies de Lin Pan!
Esto... Nadie podía creerlo, particularmente Lin Guangyao. El deleite y su horrenda sonrisa se esfumaron. Miro a Xue Ziheng incrédulamente y se apresuró a preguntar:
-Joven amo... ¿Qué está haciendo? ¿por qué se está arrodillando ante este bueno para nada? Por favor, póngase de pie de prisa. ¿No estamos todos aquí para arruinar a este estúpido por haber chocado su automóvil? -La voz de Lin Guangyao sonaba llena de pánico y horror.
Por alguna razón, en ese mismo momento, la ansiedad y el temor lo gobernaron por completo, como si hubiera cometido la peor equivocación de su vida. Y no solo él sentía esto. Todos alrededor se habían alborotado al ver esta escena de los dos jóvenes haciéndole reverencia a
Lin Pan.
Wen Qian estaba atónita y no comprendía lo que estaba viendo. Se acercó apurada a Xu Ziheng y Zhang lian, que estaban en el suelo.
—Jóvenes amos, ¿qué están haciendo? Este tipo es un inútil de porquería que se casó con la familia Bai; alguien como él no es merecedor de su reverencia. -Wen Qian era incapaz de aceptar lo que estaba presenciando.
Sin embargo, mientras intentaba ayudar a Xu Ziheng a ponerse de pie, se le escaparon estas palabras. ¡Zas! Una bofetada resonó en todo el corredor. El golpe fue tan duro que se tambaleó y casi cae al suelo con la marca roja de una palma tatuada en el rostro. Se sintió atemorizada y consternada. Nunca hubiera imaginado que Xu Zuheng le podría dar semejante bofetada al querer ayudarlo.
—Joven amo, usted... —dijo Wen Qian mientras observaba sorprendida a Xu Ziheng.
No obstante. Él la miró como si quisiera devorarla viva y le gritó:
-¡Maldita sea, cállate la boca! ¡Una porquería como tú no es digna de hablar del señor Lin!
¡¡¡Qué!!! ¿El señor Lin? Nunca, ni en sus sueños más descabellados podrían haber imaginado todos los presentes que el joven amo Xu estuviera defendiendo a Lin Fan.
Y esto solo era el principio de todos los eventos impactantes que le sucederían. Después de regañar a Wen Qian, Xu Ziheng y Zhang lian continuaron haciéndole reverencias a Lin Fan como un par de perros abandonados rogándole.
-Se... señor Lin, yo, Xu Ziheng fui imprudente y lo ofendí. ¡Por favor, como la persona magnánima que es, perdóneme!
—Señor Lin, yo, Zhang lian, sé que estuve mal. Por favor, se lo ruego, no permita que mi padre me mate. ¡No... no quiero morir! —El miedo en sus ojos era tan claro como el agua. Parecía que ambos se arrodillaban ante un demonio, no una persona.
Cuando las palabras resonaron en el corredor, la gente se alborotó aún más. El terror y la incredulidad se delinearon en sus rostros.
-¿Qué está sucediendo? ¿no fue Lin Fan el que chocó al coche de los jóvenes amos? ¿Por qué son ellos los que le están pidiendo disculpas?
—¡Maldición! ¿Qué está queriendo decir Zhang lian cuando le pide interceder para que su padre no lo asesine? ¿Puede ser que Lin Fan conozca a el señor Zhang?
-¿Qué fue lo que Lin Fan hizo? ¿Cómo se las arregló para que los dos jóvenes amos le teman tanto?
El corredor estalló en una discusión frenética en donde todos intentaban adivinar que estaba sucediendo allí. Cada palabra que decían llegaba a los oídos de Bai Vi, quien temblaba y sentía como un escalofrío le bajaba por la espalda, dejándola aturdida.
«¿Estoy soñando?» Bai Vi estaba atónita.
Justo hacía unos segundos, había pensado que Lin Fan y ella estaban perdidos. Nunca hubiera esperado que ocurriera algo semejante. No pudo evitar darse vuelta para observar a Lin Fan mientras sus palabras le hacían eco: «No te preocupes, me tienes aquí.» ¿Podría ser que desde un principio supiera la intención de esa visita? ¿Pero cómo lo había sabido?
¡Silencio! En ese momento, las voces comenzaron a desaparecer y todos miraron a Lin Fan como si fuera un fantasma.
—¿Están seguros de que saben lo que hicieron? —preguntó Lin Fan con los ojos resplandeciendo descaro y frialdad. Cuando bajo la mirada hacia Xu Zheng y Zhang lian, sintieron como si un depredador los estuviera observando, provocándoles piel de gallina.
-¡No...Nosotros estuvimos mal!
—¡Le rogamos que nos perdone, señor Lin!
Ambos agacharon todavía más sus cabezas, al punto en que casi estaban acostados sobre el suelo. Ahí fue cuando Lin Fan asintió y les dijo:
-Recuerden que no habrá próxima vez.
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