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Cicatrices de un Amor Podrido romance Capítulo 29

El agua helada me envolvió como una mortaja. Mis ojos se clavaron en la figura de Simón alejándose con Violeta en brazos, sin una pizca de duda, sin un instante de vacilación. No hubo ni siquiera una mirada en mi dirección.

"¿Por qué?" La pregunta resonó en mi mente mientras me hundía. "¿Por qué duele tanto si ya no lo amo?" El agua fría se burlaba de mi debilidad, recordándome que había jurado no volver a sentir nada por él.

...

El recuerdo llegó con la misma frialdad que el agua. La piscina de mi hermano Jonathan, diseñada para su pasión por la natación en aguas profundas, siempre me había aterrorizado. Ahora, sumergida en ella, mis manos buscaban desesperadamente algo a qué aferrarme en la inmensidad azul.

Un eco distorsionado atravesó el agua. La voz de Violeta, teñida de una preocupación que solo ella podía fingir tan bien.

—¡Simón, por favor! ¡Mi hermana se está ahogando! ¡Tienes que salvarla!

La respuesta de Simón llegó como un témpano de hielo a través del agua.

—Déjala. Sabe nadar perfectamente bien.

Sus palabras me golpearon como una bofetada. El pánico que nublaba mi mente se disipó por un instante. "¿Cómo pude olvidarlo?" Mi mente gritaba mientras la lucidez regresaba momentáneamente. Yo, la misma que había ganado el campeonato nacional universitario de natación, ahora me ahogaba como una principiante.

Los recuerdos se arremolinaban en mi cabeza mientras luchaba contra el agua. ¿Cómo había perdido ese instinto tan básico? ¿Por qué mi cuerpo se negaba a responder?

La respuesta llegó como una avalancha: aquellas "vacaciones" con Simón. Sus ojos brillando con falsa bondad cuando me invitó, prometiendo que seríamos solo nosotros dos. La rabia que sentí al ver llegar a Violeta, como si fuera lo más natural del mundo. Mi decisión de quedarme en el hotel, consumida por la amargura.

El cielo ya estaba negro cuando la preocupación me venció. Violeta me encontró en el lobby, su rostro una máscara perfecta de angustia.

—¡Luz! —Su voz temblaba con maestría—. ¡Simón se fue a nadar a la zona profunda y no ha regresado! No sé qué hacer...

El amor que sentía por él en ese entonces me cegó completamente. Corrí hacia la playa sin pensar, mi corazón latiendo con un miedo que ahora me parecía tan ingenuo. Nadé hasta que mis músculos ardieron, buscándolo en la oscuridad del océano.

Capítulo 29 1

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