Cielo y Barro romance Capítulo 127

Noelia observaba con los párpados temblorosos; reconocía la dirección del incendio provocado por la explosión, era el lugar donde la habían llevado anteriormente a la montaña.

¡Antonio había tenido un accidente!

Noelia, pálida del miedo, corrió instintivamente hacia el auto, con la intención de regresar por el camino original para buscar a Antonio.

Sin embargo, el hombre, limpiándose unas manchas de sangre de las manos y moviendo sus muñecas, se lanzó violentamente hacia Noelia.

Él la agarró del cabello y empujó su cabeza con fuerza contra la puerta metálica del vehículo. El sonido del impacto se mezclaba con el chillido penetrante de la mujer, mientras él mostraba sus dientes amarillos y reía maliciosamente.

—¡Atreverse a atacarme, estabas buscando la muerte!

El hombre, complacido, levantó a Noelia, quien estaba aturdida, abrió la puerta del coche y la empujó hacia adentro. Luego sacó un encendedor del bolsillo.

En ese lugar desolado, había dañado manualmente el tanque de gasolina, planeando incendiarlo todo junto con el coche para simular un accidente de tráfico.

Noelia, con el rostro cubierto de sangre, yacía sobre el volante, encerrada en el auto, sin fuerzas para luchar o escapar.

—Antonio...

Ella intentaba abrir los ojos, su visión enrojecida. Afuera, a través de la ventana del coche, el hombre sacaba un cigarrillo y daba una profunda inhalación mientras el encendedor ardía en su mano.

Atrapada en el vehículo, el intenso olor a gasolina dificultaba su respiración. Miraba fijamente cómo el hombre lanzaba el encendedor hacia ella; la llama se encendió violentamente en ese momento, y sus labios, aterrorizados, comenzaron a temblar, pensando que iba a morir.

—¡Ayuda...!

A medida que las llamas crecían, Noelia se encontraba en medio del fuego. Apenas podía abrir la boca y no conseguía gritar por ayuda. Justo cuando perdía toda esperanza y estaba a punto de cerrar los ojos, de repente, una figura apareció.

—¡Mierda!

Koldo salió de entre los arbustos y lanzó una patada voladora hacia el hombre. Koldo, un experimentado luchador de artes marciales que aprovechó para atacar por sorpresa, rápidamente derribó al hombre desprotegido.

—¡Idiota! —gritó, sacando unas esposas de detrás de su cintura y esposando al hombre.— ¡Incendiar el monte, estabas loco, pasarías tu vida en prisión!

Al ver al hombre sometido, Noelia sintió una chispa de esperanza y comprendió de inmediato que Koldo era la persona que Antonio había enviado para recogerla.

—¡Estoy aquí!