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Confidencial: La Amante del CEO romance Capítulo 2

Derek

Levanto la copa de champán mientras Vanessa sonríe al fotógrafo. Ella es perfecta en público, elegante, discreta, con ese aire de princesa que tanto esperan los accionistas. Tiene el apellido correcto, la historia correcta, la sonrisa correcta, pero no significa nada para mí.

Maddison está del otro lado del salón, junto a los asistentes de eventos. Lleva un vestido negro, sencillo. El tipo de prenda que no llama la atención, pero que en ella, maldit4 sea, se ve como un jodid0 pecado.

No me mira, pero sé que me ha visto. El temblor en su barbilla la delata, ese pequeño tic nervioso que solo aparece cuando está a punto de romperse y aun así, no dice nada.

La ignoro. Es lo que espera de mí, lo que debo hacer. Esta relación nunca fue real, fue un escape, un secreto. Un vicio al que no pude renunciar… hasta ahora.

Me caso en un mes.

Lo he dicho en mil reuniones, lo he repetido frente a cámaras, y aun así… cuando la veo a ella, tan frágil, tan mía, siento que algo me quema por dentro, pero no retrocedo, no puedo hacerlo porque de este matrimonio depende el futuro de mi empresa.

Vanessa toma mi brazo cuando el presentador menciona nuestros nombres. Sonreímos para la foto, brindamos, y todo sigue su curso.

Sin embargo, todo se detiene cuando los ojos de Maddison se cruzan con los míos desde el otro extremo del salón. Son solo unos segundos, apenas un parpadeo. Ella desaparece entre la multitud y aunque no la busco porque no puedo hacerlo con todos mirando, una parte de mí quiere ir tras ella.

*

A la mañana siguiente, llego temprano a la oficina. Más temprano que de costumbre.

Reviso correos sin prestar demasiada atención, hasta que escucho sus pasos. Maddison entra directamente y cierra la puerta con un golpe seco. Se planta frente a mí con la postura recta, pero sus manos tiemblan y aunque intenta fingir que está tranquila, sus ojos me cuentan otra historia.

—¿Por qué no me lo dijiste tú? —pregunta.

Me reclino en el sillón, cruzando las piernas con calma. Estoy agotado. He tenido cinco reuniones y dos llamadas con abogados, no tengo tiempo para reproches… ni para sentimentalismos.

—¿Decirte qué? —pregunto, como si no supiera exactamente de qué habla.

Ella aprieta los labios. Me odia en este momento, pero a pesar de eso, sé que me desea. Puedo verlo en la forma en que sus pupilas se dilatan cuando me acerco.

—Que te ibas a casar.

—Tú sabías lo que esto era —respondo con frialdad—. Desde el principio.

Se queda en silencio. Su respiración es lenta, medida, está luchando por no romperse delante de mí.

—Nunca me mentiste, eso es cierto, pero tampoco me dijiste que ibas a casarte con otra.

—¿Y qué esperabas? ¿Un aviso personal? ¿Una disculpa? —Me levanto caminando hacia ella—. Maddison, esto nunca fue más que sex0, Tú sabías las reglas desde el primer día, así que no hagas esto más difícil de lo que debe ser.

Ella se estremece cuando la rodeo, como si aún en este momento, su cuerpo no pudiera negarme. Me inclino, rozando sus labios con los míos.

—Derek… —murmura, apartándose— No me beses.

Retrocede. Me empuja, me rechaza.

Por primera vez desde que todo esto empezó, ella se atreve a decir que no. A alejarse de mí como si no me necesitara para respirar.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —gruño tomándola del brazo—. ¿Te crees mejor que esto ahora?

—Tal vez es lo que debí haber hecho antes. Creer que soy mejor que ser simplemente tu amante —espeta con rabia. No me esperaba esta valentía de ella.

Intenta apartarse, pero no se lo permito.

—¿A dónde crees que vas, Maddison? Sabes bien que eres mía, mi matrimonio con Vanessa no tiene que significar que esto se acabe.

Ella abre los ojos hasta el límite, un par de lágrimas se asoman en sus ojos, pero las reprime.

—¿Qué? —susurra.

La atraigo más hacia mi cuerpo, acaricio su mejilla con suavidad, ella cierra los ojos y me permite tocarla.

—Tú seguirás siendo mi asistente, seguirás a mi lado y serás mía cada vez que te llame, sé que me deseas, no puedes negarlo.

Maddison deja caer una lágrima y cuando abre los ojos, parece otra mujer.

—No. Lo siento, pero no puedo. Una cosa es tener una relación secreta contigo mientras fueses soltero, pero esto… yo no voy a ser tu amante mientras tú te casas con otra.

CAPÍTULO 2: NO SOMOS NADA 1

CAPÍTULO 2: NO SOMOS NADA 2

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