Consentida por el Presidente: Mi esposa es un poco dulce romance Capítulo 468

Impotente, Nell se sentó allí y se sumió en sus pensamientos antes de estallar en carcajadas.

No era como si ella nunca hubiera visto a personas tan ansiosas por complacer, pero como para forzarlo tanto… Era realmente…

Ella levantó la mano para frotarse las sienes sin comentar más.

No pasó mucho tiempo antes de que Helen saliera con un poco de sopa.

“Cuñada, hice esto especialmente para ti. Esta sopa es excelente para reponer vitalidad y sangre, y buena por su cualidad recuperativa, perfecta para mujeres embarazadas”.

Nell echó un vistazo al tazón de sopa con una mezcla de rojo y blanco frente a ella. El olor, la apariencia y el sabor hicieron que la sopa fuera más bien encantadora.

Ella le sonrió a Helen. “Gracias, has trabajado duro”.

“Para nada. Solo estoy haciendo mi parte”.

Aunque Helen actuó amistosamente, Nell frunció los labios y no dijo nada.

Ella se volteó y llamó a una criada cercana. “Ve al gimnasio a ver si el joven amo ha terminado con su ejercicio. Llámalo para almorzar si ha terminado”.

“Sí”.

La criada rápidamente se fue, pero justo cuando llegó a una puerta, ella escuchó un grito.

“Joven Amo”.

Todos voltearon la cabeza hacia la fuente del ruido y vieron a Gideon aparecer en la entrada del comedor con su ropa casual.

El gimnasio de la villa tenía un baño grande. Él se cambió a otro atuendo blanco relajado, diferente al que él vestía cuando salía por la mañana.

Con su fino cabello empapado de vapor, era obvio que él acababa de ducharse.

Nell sonrió. “Estás de vuelta. Ven y prueba un poco. Helen ha estado trabajando en ello la mitad del día”.

Gideon echó un vistazo a los platos sobre la mesa sin decir una palabra.

Él asintió levemente y se acercó a ella antes de tirar de una silla para tomar asiento.

Por alguna razón, Helen se metió de nuevo en la cocina.

Para cuando ella reapareció, tenía otro tazón de sopa en las manos. Todo sonrisas, Helen dijo: “Primo, preparé esta sopa de mariscos especialmente para ti. Tiene pepino de mar y hongos de oruga y como la Cuñada no puede comerlo, lo dejo a un lado. Pruébalo”.

Con un tirón en su párpado, Nell levantó los ojos para mirarla a ella.

Sin embargo, Helen pareció hacer la vista gorda hacia Nell. Sus ojos brillantes estaban fijos en Gideon.

Nell se burló levemente.

Con el ceño fruncido, Gideon replicó solemnemente: “No me gusta el sabor de los mariscos. ¡Llévatelo!”.

Sin mirar el tazón de sopa, él le pidió a alguien que le sirviera un vaso de agua.

Cuando la sonrisa en el rostro de Helen se puso rígida, ella rápidamente se volteó para lanzarle una mirada a Nell, en busca de ayuda.

Haciendo pucheros, ella mencionó con una queja: “Cuñada, ¿hay algo en lo que no hice lo suficientemente bien? ¿Mi Primo está enojado conmigo? Recuerdo que a él le encantaba comer mariscos”.

A Gideon en verdad le encantaban los mariscos. Helen seguro que satisfacía su gusto.

Nell sonrió. Ella no quería hacerle pasar un mal rato a Helen por respeto a la difunta madre de Gideon y a la Vieja Señora Quinton.

“¡Ya que la sopa está preparada, deberías probarla!”.

Gideon la miró conmocionado.

“¿Quieres que beba esto?”.

“¿Eh? ¿Qué ocurre?”.

“… Lo tomaré entonces”.

Nell, “…”.

Helen, “…”.