BENDECIDOS POR LA DIOSA.
Como cualquier joven, Aylin no pudo evitar emocionarse por su boda, aunque esta no sea por amor. Cuando pensaba en su ceremonia con Logan, imagino una reunión pequeña, con solo amigos y sus familiares, mientras su madre le arreglaba el cabello y la ayudaba a colocarse su vestido de novia, y por supuesto, tenía que estar su mejor amiga allí, para hacerla reír y calmar sus nervios.
Hoy se dio cuenta de que nada de eso pasaría, porque su madre estaba muerta, su amiga terminó quitándole a su prometido y que está sin duda no iba a ser una simple ceremonia, puesto que seguían llegando miembros de otras manadas.
Mientras observaba desde su ventana, llamaron a la puerta.
―Adelante ― artículo sin ánimo.
Leila abrió la puerta con algo de color blanco en sus manos, lo que pico la curiosidad de Aylin.
―¿Qué es eso?
―Tu vestido ―dijo dejándolo sobre la cama.
La otra no pudo abrir los ojos con sorpresa.
―¿Voy a usar esto?
―Sí, el alfa ordenó que te lo pusieras.
―Pero…
―Aylin. ―Leila suspiró y dio un paso hacia ella ―Solo has lo que te digan, ahora que serás la compañera y luna de esta manada, por favor no hagas problemas.
―Tú también me odias, ¿verdad? ―pregunto con expresión triste.
En el pasado, Leila fue gran amiga de su madre e incluso Aylin llegó a verla como una madre, cada vez que venía a la gran casa, solía preparar su comida favorita.
La mujer dio un paso hacia ella y de repente la abrazo.
―No. No te odio, Aylin. Te he visto crecer, y también apreciaba mucho a tu madre ―Leila parpadeó para evitar que las lágrimas cayeran ―Fue un gran apoyo para mí cuando perdí a mi pareja y a mi hijo.
―Entonces, ¿Por qué eres tan dura conmigo? ―la chica cerró los ojos ante la calidez de su abrazo y por un momento se sintió protegida. Era como tener a su madre de vuelta.
―Porque no puedo dejar que vean mi amor por ti, cariño. ―acaricio su cabello ―La situación en la manada es complicada, y a lo mejor estaba pensando en mí, pero sí sabían que te apoyaba, quizás creerían que…
―Que también eres cómplice.
―Sí.
Aylin la miró y sonrió.
―Está bien, lo entiendo. ―se apartó y camino hacia la cama, toco el vestido que era muy delicado y dijo ―Pero, al menos, sé que tengo a alguien que me querrá dentro de esta casa.
―No digas eso. ―se apresuró a seguirla ―El alfa no es como piensas, también lo conozco desde pequeño y puede que parezca duro y frío, pero es bueno. ―levanto su mejilla e hizo que la mirara ―Solo tienes que hacer que vea lo bueno en ti, Aylin. Eso y descongelar su corazón.
La chica frunció las cejas confundida.
―¿Por qué?
―Bueno…
Leila no sabía si debía hablarle de Ruth, quizás Cassian lo haya hecho, pero no sabe qué tanto dijo. Pero, temió meter la pata y decidió cambiar de tema.
―No me corresponde a mí decírtelo ―comenzó a quitar la trenza de su cabello ―Pero estoy segura de que, si te lo propones, lograrás que se enamore de ti.
Las ceremonias de los hombres lobos son distintas a las de los humanos, principalmente porque ocurren de noche. Su manada tiene que estar ahí y el alfa tiene que ofrecer dos regalos a su futura compañera. Uno es el corazón de un ciervo, cazado por él, y segundo, la sangre de su manada.
Sin embargo, la parte más importante es la ceremonia de apareamiento, sucede cuando la luna está más alta en el cielo y por supuesto hay palabras que deben recitar para que la diosa de la luna bendiga su unión y luego el alfa tendrá que morderla, marcarla como suya.
Aylin miró el vestido blanco de encaje en su cuerpo y dudó.
―¿Estás segura de que debo usar esto?
Leila se echó a reír y comenzó a peinar su cabello.
―Sí, fue él mismo alfa quien lo compró para ti.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.