ERES MI DIOSA +18 (SEGUNDA PARTE)
Finalmente, Aylin se detuvo, agotada pero feliz. La manada aplaudió con entusiasmo honrando la dedicación a la diosa luna y también la habilidad de Aylin para el baile. Cuando los ojos de Aylin se encontraron con los de Cassian, ella pudo ver reflejados en ellos la adoración.
Aylin se inclinó en señal de respeto y gratitud hacia la diosa, mientras la manada volvió a iniciar los cantos. Cuando llegó junto a Cassian este ya la estaba esperando y le entregó una copa.
―Creo que la necesitas ―susurro.
―Gracias ―ella dijo un poco avergonzada. Trató de controlar su respiración, pero le estaba resultando difícil hacerlo, cuando él la miraba así, con un claro deseo y… algo más.
―¿Esta era la sorpresa? ―pregunto tocando delicadamente la piel descubierta de su hombro.
―S.. sí, Leila dijo que… que te lo mostrara cuando me tocara bailar.
―Es muy astuta ―dijo y de repente agarró su cintura y la pego a él ―Si lo hubiera visto antes, no hubiéramos llegado a la celebración.
Aylin cerró los ojos por su cercanía y apretó los muslos. Estaba segura de que él podía oler su excitación.
―Cassian…
―Vamos. ―tomo su mano y comenzó a caminar en dirección al bosque. Aylin no preguntó y tampoco sintió miedo. Simplemente, lo siguió, porque sabía que él no sería capaz de hacerle daño.
―¿A dónde vamos?
―Quiero mostrarte un lugar especial.
―Entonces quiero verlo ―dijo Aylin con una sonrisa.
El alfa se detuvo frente a un lago. Donde la luz de la luna se reflejaba en las tranquilas aguas y miles de luciérnagas iluminaban su alrededor. Era una imagen mágica.
―Wow. Es…
―¿Perfecto? ―pregunto él mirando sus ojos.
―Sí. Perfecto.
―Solía venir aquí para ver a la luna ―dijo señalando el agua ―Además, me gustan las luciérnagas. Y es…
―¿Romántico? ―agrego ella.
―Sí. Romántico. ―el alfa acaricio su cabello suelto.
―¿Por qué me trajiste aquí, Cassian? ―Aylin estaba segura de que no habían ido allí por nada.
La miro y por un segundo y quiso dudar, pero algo dentro de él le decía que lo que hoy iba a hacer era lo correcto. No podía, ni quería seguir luchando contra eso que sentía. No tenía sentido, seguir luchando contra el destino y si Aylin era su segunda oportunidad, él la tomaría y se esforzaría el doble porque esta segunda vez, fuera para siempre.
Inclino su cabeza y rozó sus labios.
―Cassian…
―No digas nada… ―volvió a susurrar mientras su mano se introducía debajo de la delicada tela y acariciaba la piel de su muslo ―… Sabes que estoy loco por ti.
Su mano áspera acarició con reverencia la suave piel, creando miles de sensaciones en Aylin. Sensaciones que ella luchó por mantener en calma. Sin embargo, era una tarea difícil, el hombre frente a ella, nublaba todos sus sentidos y la convertía presa de sus deseos.
La mano de Cassian llegó a la elástica de su tanga y Aylin se tensó.
―Cassian… detente… ―suplico en voz baja. ―Por favor…
El alfa, estaba demasiado poseído por su necesidad por ella, pero, aun así, se detuvo. La deseaba sí, pero no iba a obligarla a hacer algo que no quisiera.
―Lo lamento. ―se disculpó ―A veces mi parte salvaje toma control de mí, Aylin. Te deseo y creo que eres consciente de ello.
Ella acunó su cara y vio en sus ojos emociones fuertemente reprimidas. Y de repente, como si fuera impulsada por algo, lo dijo.
―No eres el único que desea, Cassian. ―hizo una pausa ― Sabes lo que somos y que lo representamos el uno para el otro. Pero no quiero salir lastimada de todo esto.
Él siguió mirándola en silencio y sus dedos se apoderaron de los cordones de su corsé. Aylin no lo detuvo y esperó su respuesta.
―Te quiero Aylin. ―dijo finalmente ―He estado luchando contra este sentimiento; sin embargo, se hace más fuerte cada día.
El corazón de Aylin iba a salirsele del pecho.
―Y ya no puedo… ―susurro mientras comenzaba a dejar pequeños besos en su cuello ―…y tampoco quiero seguir luchando.
Sus manos quitaron lentamente el corsé y los redondos pechos quedaron a su vista haciéndolo salivar. La respiración de Cassian se volvió desigual, y su sangre parecía correr demasiado rápido dentro de sus venas. Dejó caer el corsé y estaba a punto de ir por ella, cuando Aylin puso una mano en su pecho para detenerlo.
―Espera ―hablo suavemente ―Es mi turno.
De inmediato, sus delicados dedos comenzaron a desabotonar su camisa. Cuando la abrió se maravilló con la visión de su pecho fuerte y apetecible. Dejó caer, al igual que él, la camisa y luego le sonrió.
―¿Qué sigue ahora?
El alfa le dio una sonrisa pícara y en un segundo se apoderó de sus labios. Sosteniendo su nuca, para profundizar el beso, el roce de los pechos de Aylin contra su pecho lo estaba volviendo loco, lo que hizo que gruñera un par de veces.
―Ahora, mi diosa… ―mordió suavemente su labio inferior ―… es mi deber servirte.
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