SU PASADO.
El alfa tenía los ojos con fuerza, su piel estaba perlada de sudor y su cuerpo se movía de un lado al otro en la cama. El viaje a las tierras de los McConnal era largo, por lo que Lorcan y él decidieron quedarse en una pequeña cabaña de un viejo amigo, pero por cosas del destino, Cassian volvió a revivir la pesadilla que había desaparecido por un buen tiempo.
Cassian se encontraba en su estudio terminando de acomodar algunos papeles, hacía casi un año que había tomado a Ruth como su compañera y aunque le prometió a Alaric que se encargaría de las empresas en el mundo humano, no pensaba irse y dejar a su compañera. Ruth era una loba que no se acostumbraría a vivir en el mundo de los humanos, le gustaba estar entre su gente y su familia. Estaba distraído con unos documentos, cuando la puerta de la oficina se abrió y uno de sus hombres, exclamó alarmado.
―Alfa, la casa está en llamas. ¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo!
―¿Qué? ―Cassian se puso de pie abruptamente y lo primero que vino a su mente fue Ruth, estaba en la habitación de arriba y, además, estaba embarazada de su hijo. Tenía que ir por ella.
―¡Ruth está arriba! ¡Tengo que salvarla!
Justo cuando pensaba ir por ella, el lobo bajó la cabeza y Cassian abrió los ojos con temor.
―¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara?
―Señor… las llamas son demasiado fuertes. ¡Es demasiado peligroso!
Las cejas de Cassian se fruncieron y apartó con brusquedad al hombre delante de él.
―¿Qué estupidez estás diciendo? ¡No pienso dejarla ahí dentro!
Y en un segundo corrió hacia el segundo piso de la casa. El lobo que había avisado no le quedó más remedio que seguirlo. Pero, Cassian ni siquiera le prestó atención, en cambio, se cubrió la cara para apartar el humo e hizo a un lado su temor por las llamas. Si había algo que un hombre lobo temía… era al fuego.
― ¡Ruth! ¡Ruth! ¡¿Dónde estás?!
De repente se escuchó una voz amortiguada detrás de una puerta.
― ¡Estoy aquí! ¡Cassian por favor ayúdame! ¡Estoy muy asustada!
― ¡Mantente alejada del fuego! ¡Voy a sacarte!
El alfa intentó atravesar el fuego y sintió su piel arder con el contacto, su corazón latía salvaje y el miedo hizo estragos dentro de él. Sin embargo, no iba a perder a Ruth, no perdería a la mujer que amaba. Miro entre el humo, buscando algo que pudiera servirle para derribar la puerta, era un lobo fuerte, pero el miedo al fuego debilitaba su fuerza. Lo hacía prácticamente vulnerable.
El lobo detrás de él estaba igual de asustado y sabía que lo que diría a continuación no era lo correcto, pero él quería vivir.
―Alfa, tenemos que irnos. Las llamas están fuera de control.
―¡No puedo dejarla aquí!
Cassian le dio una mirada comprensiva.
―Sé que tienes miedo, Lorcan y yo también… pero no voy a dejarla.
Su amigo apretó las manos por un momento y tuvo el valor de abandonarlo. Su cuerpo se llenó de determinación.
―Está bien, entonces hagamos lo que haya que hacer.
Justo cuando iba a tratar de derribar la puerta, una gran viga cayó del techo, dificultando el paso y aprisionando la puerta donde se encontraba Ruth. El pánico se apoderó de Cassian y empeoró cuando escuchó el grito escalofriante de Ruth.
―¡Cassian, mi agua se rompió! ¡No puedo moverme!
El alfa estaba desesperado.
― ¿Qué puedo hacer? No puedo sacarla de aquí sola. ―miro a Lorcan quién no se encontraba mejor. Sus ojos le dijeron aquello que Cassian no quería escuchar.
―Cassian tenemos que irnos ahora mismo. No podemos quedarnos aquí más tiempo.
Los ojos de alfa se llenaron de lágrimas.
―No puedo dejarla aquí. No puedo perderla.
El vínculo entre Ruth y Cassian era fuerte y su voz ahogada y llena de miedo invadió su mente.
«Cassian… debes irte.»
«No… no puedo… no quiero…»
«Debes hacerlo… debes hacerlo por mí…»
«Ruth… no… por favor…»
«Adiós mi amor. Te amo»
«¡No! Ruth… ¡No, no me dejes!»
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.