UNA GUERRA FRÍA (II)
Cassian siguió a Aylin hacia la casa, justo cuando iba a subir las escaleras, Ruth apareció de la nada y sus ojos estaban rojos, señal de que había estado llorando. En cuanto el alfa lo vio, fue inevitable que se preocupara por ella.
―¿Qué pasó? ¿Por qué estabas llorando?
―N-no es nada ―dijo evitando su mirada.
El alfa se acercó y levantó su barbilla.
―No intentes mentirme Ruth, ¿Qué pasó?
―Es que… no sé si deba decirlo ―susurro ―Después de todo ella…
Cassian supo de inmediato a quién se refería.
―¿Aylin te dijo algo?
―Ella tiene razón… ahora es tu esposa, mientras que yo… ―los labios de Ruth temblaban y de repente lo abrazo.
Su movimiento lo tomó por sorpresa y no hizo nada por apartarla, en cambio, extendió su mano y acarició su cabello con lástima. De hecho, no estaba enojado con Aylin, pero sí decepcionado, creyó que al menos tendría un poco de sororidad con Ruth.
―Ya no llores ― le dijo suavemente ―Todo esto… todo esto también está siendo difícil para ella.
―Lo sé. ―Ruth asintió comprensiva ― Yo no… ―volvió a perderse entre lágrimas y el pecho de Cassian se oprimió. ―Escuche que viviré en otro lugar.
El alfa la apartó para mirarla.
―Sí.
―¿Ella te lo pidió?
―Ruth…
―No. Está bien ―asintió entre lágrimas ― Es lo correcto. Tal como ella dijo, no hay lugar para mí en esta manada.
Ella se apartó de él y lo miró decidida.
―Lo mejor es que me vaya por donde vine, no te recuerdo, no recuerdo a nadie de aquí. No soy nadie aquí. Todo esto fue un error, quizás…
―¡No! ―exclamo Cassian ―No te atrevas a decir que quizás debí dejar que esos hombres abusaran de ti. Nada de esto fue un error, Ruth. Si la diosa quiso esto, ¿Quiénes somos nosotros para cambiarlo?
―Yo no quiero causarte problemas… tu esposa…
―Tú no te preocupes por Aylin, hablaré con ella. Por lo pronto, ve con Leila y dile que ordene tus pertenencias.
Ruth únicamente asintió.
Luego de decir esto, Cassian subió las escaleras directo a la habitación de Aylin.
[…]
En la habitación, Aylin acariciaba con ternura a Niko.
―Es un imbécil ―murmuro ―¿Cómo se atreve a traer a su ex aquí? ¿Qué estaba pensando? ¿Qué iba a aceptarlo como si nada?
Los ojos de Aylin se tornaron amarillos. Recordó lo que pasó hace un momento y sus manos se cerraron con fuerza sobre el pelaje del animal.
«―¡¿Quién demonios se cree?! ¡¿Me hace una escena, cuando él la ha estado cagando hasta más no poder?! Eso es ser bastante cínico.
Aylin cerró la puerta principal con más fuerza de la requerida, en ese mismo momento quería darse una ducha para ver si se le pasaba el enojo, aunque sabía que nada funcionaria. Tenía un fuego que ardía con fuerza dentro de ella y sospechaba que la única solución era que esa mujer se largara.
Y como para empeorar su mañana, en cuanto camino hacia las escaleras, la causante de todos sus problemas estaba allí, con una estúpida sonrisa en los labios.
Aylin decidió ignorarla, no tenía intenciones de perder el tiempo con ella, en su opinión, no merecía que le dirigiera la palabra. Sin embargo, Ruth pensaba otra cosa.
Bajo el último escalón y le pregunto con una sonrisa.
―¿Has visto a Cassian? ―el tono tan íntimo en sus palabras hizo que Aylin se estremeciera y no en el buen sentido. ―Es que quedó en acompañarme, ya sabes que…
―¿Cassian? ―ella dio un paso adelante y la miró fijamente ―¿Desde cuándo es Cassian? Hasta donde sé, la única luna, aquí soy yo. Es alfa o señor, para ti.
Ruth no retrocedió y tampoco mostró una expresión avergonzada por su error. En cambio, sonrió.
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