ROMPER UNA PROMESA (II)
«¡Demonios!»
Cassian se levantó de la cama y se apresuró a perseguirla. La atrapó fuera de la casa y la agarró del brazo para detenerla, la giró y lo que lo recibió fueron un par de ojos llenos de decepción y rabia.
―No es lo que estás pensando ―trato de explicarse.
Pero Aylin no estaba interesada en escucharlo. Se safó con brusquedad y escupió.
―¡Vete a la m****a!
Luego se echó a correr a la gran casa. El alfa cerró los ojos y se maldijo mil veces y se echó a correr tras ella.
EN LA HABITACIÓN…
―Aylin, no es lo que piensas, yo…
―¿Qué vas a decirme? ¿Qué te quedaste dos días fuera de esta casa para dormir con tu ex?
Cassian se pasó la mano por la cara en señal de frustración, y le preguntó.
―¿Qué le diste de beber?
―¿Qué? ―Aylin no comprendió ―¿Qué le di de beber? ¿De qué hablas?
―Aylin, no voy a condenarte. Pero debes saber que lo que hiciste…
La sangre dentro de Aylin hervía. Al parecer la estaba acusando de algo.
―Habla con claridad. ¿De qué demonios me estás acusando?
―Le diste acónito a Ruth, sabes que esa planta es venenosa para nosotros. ¿En qué estabas pensando? Tus celos…
De pronto el sonido de una bofetada se escuchó en la habitación. La cara de Aylin estaba tallada en piedra, sin embargo, su corazón era diferente.
―¿Estás dando por hecho lo que esa mujer dice?
El alfa respiraba agitadamente, no entendía cómo de repente su vida se había vuelto un completo caos. Por un lado, está la mujer que ama y por el otro, la que debió proteger y falló haciéndolo.
―Aylin.
―¡Responde! ¿Me estás condenando por ella?
―¿Le diste él te o no? Si lo hiciste, sé que pudiste equivocarte. Pero esto no puede seguir. Ella y yo…
La risa burlona y cargada de dolor de Aylin detuvo las palabras de Cassian.
―No me voy a molestar en responder. ―se alzó de hombros ―Está bien, créele a ella. Una recién llegada que te llena la cabeza de mentiras, alguien que ni siquiera estás seguro de que sea quien dice ser. Cassian, te consideré más inteligente, sabes. Pero ahora veo que me equivoque, a la primera eres como todos los hombres, se dejan llevar por un simple coño.
―Aylin. ―el alfa dio un paso hacia ella tratando de tomar su mano, pero Aylin retrocedió queriendo estar lejos de él. Y en ese momento, la sola idea de que ella lo abandonara lo volvía loco. ―Hablemos.
―No, no quiero hablar. ― negó con la cabeza ― Haz lo que te dé la gana. No me importa y tampoco me importa si la metes aquí o en tu habitación. No voy a seguir rogándote, si no quieres ver la verdad, allá tú.
―¿Cuál verdad? ¿Eh? ―la rabia comenzaba a apoderarse del alfa ―Lo único que quiero es que me entiendas.
―¡¿Y quién me entiende a mí?! ¿Crees que es fácil? Te apareces aquí con ella, ¿y esperas que la reciba con los brazos abiertos? Pues no Cassian, no soy ese tipo de mujer.
Aylin volvió a negar y comenzó a tomar más distancia de Cassian.
―Estás siendo irrazonable. Como alfa de esta manada mi deber es cuidar de mi gente.
Ella resopló divertida.
―No intentes engañarme ―dijo con los labios temblorosos ―Ambos sabemos, que esa no es la verdadera razón.
Ver el dolor en sus ojos lo golpeó con fuerza, se acercó un paso a ella y dijo con voz suave.
―Tienes que calmarte, Aylin. En este momento…
―¿Calmarme? ―se burló ―Si lo que buscabas era una mujer tonta que siguiera tus órdenes, te equivocaste. Nunca seré esa mujer, Cassian.
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