SER UN CABALLERO (II)
―Puedo sentir tu dolor… ―murmuro mientras sus manos acarician lentamente la piel de sus muslos. Aylin no se dio cuenta en qué momento le quitó el pantalón de dormir ―… Yo también estoy sintiendo lo mismo. Nuestros lobos se anhelan y ambos también lo queremos… ― el alfa se arrodilló delante de ella y susurro aspirando el aroma de su coño excitado ―Relajate y disfruta.
Aylin obedeció y abrió las piernas para él. Todo el tiempo Cassian mantuvo sus ojos en ella.
―¿Estás humedad para mí, cariño? ―ronroneo. Aylin tuvo que morderse el labio para no decirle que ‘sí’. Odiaba que su cuerpo la traicionara de esa manera. Cassian tenía mucho poder sobre ella, todo lo que tenía que hacer era darle una mirada o estar cerca y despertaría cada célula de su cuerpo. Ella había permanecido como en un sueño profundo, hasta que Cassian apareció.
―Oh, nena. Estás empapada ―él gimió contra la suave piel de su muslo. Sus dedos se engancharon en sus bragas y las bajo con tortuosa lentitud hasta sus tobillos. Las apretó en sus manos y se las llevó a la nariz e inhaló profundamente. Los pezones de Aylin se endurecieron solo al verlo gemir de satisfacción por ella.
«¡Por la diosa, ¿tiene que hacer eso?!»
―Huele a mi mujer, a mi hembra, a mi compañera ―dijo con voz áspera ―Creo que las guardaré para mí. Por ahora, quiero probar la dulzura de tu coño Aylin, estoy sediento desde que te fuiste.
Un suave jadeo salió de la garganta de Aylin, cuando Cassian agarró su tobillo y se lo llevó encima del hombro y luego sumergió su cabeza entre sus muslos. En el momento en que sus labios rozaron su coño, dejó salir todo aquello que había estado conteniendo, un fuerte gemido escapó de sus labios.
―Cassian… ―ella de verdad quería detenerlo, pero el placer que estaba brindándole sobrepasó su conciencia y su orgullo. Su cuerpo y su loba se negaban a escuchar y sus labios se sellaron no dejando salir ninguna palabra. Sin darse cuenta, sus manos se aferraron a su cabello y apretaron los castaños mechones. En lugar de apartarlo, lo acercó, necesitando del placer de su lengua.
Él acarició su clítoris y Aylin podría jurar que vio las estrellas. Apenas y la había tocado y ya estaba a punto de hacer combustión. El roce de su barba recortada cosquilleaba con la piel del interior de sus muslos, haciéndolo más placentero aún.
Toda la rabia, la frialdad y el orgullo se convirtió en lujuria y anhelo, Cassian Blackwood era un experto y cuando su lengua rodeo en círculos su sensible clítoris, Aylin retorció su cuerpo y contoneo las caderas contra su boca. La sensación oprimía cualquier pensamiento razonable. El alfa llevó una de sus manos hacia su trasero y la mantuvo firme contra su boca.
―¡Por la diosa…! ―exclamo con voz ahogada ―… ¡No te detengas, no te detengas!
Sabía que se arrepentiría más tarde y en realidad no le importaba. Ahora solo necesitaba liberarse, dejar salir todo eso que había estado conteniendo demasiado tiempo. Cassian empujó un dedo dentro de ella y su lengua trabajó sin piedad. Sus gruñidos de placer solo hacían más que aumentar la lujuria dentro de Aylin, el saber que podía volverlo de tal manera, la hacía sentir poderosa.
―Por la diosa, te encanta volverme loco, ¿no?
Pero Aylin estaba demasiado perdida en sus sensaciones, en ese preciso momento no quería que hablara, sino que actuara.
―Deja de hablar y hazme sentir bien.
Cassian sonrió, introdujo un segundo dedo hasta los nudillos y tocó ese lugar especial.
―¡Diosaa! ¡Esto… esto…! ―la respiración de Aylin se volvió agitada. ―¡Por favor! ¡Lo necesito! ¡Por favor!
―Tienes un sabor adictivo, mi amor ―los gemidos de Aylin se hicieron más fuertes. Cassian sabía que estaba a punto de llegar, lista para saborear el delicioso placer del orgasmo.
El alfa chupó uno de los labios de su coño y sintió las uñas deslizarse por su cabello, rozando su cuero cabelludo. La garganta de Aylin emitió sonidos amortiguados, mientras él devoraba su coño con la boca, saboreando su dulce sabor en su lengua. Conociendo su cuerpo a la perfección hizo lo que siempre la llevaba al borde, mordió ligeramente su clítoris y de inmediato sintió cómo su cuerpo se tensó un segundo, antes de que se estremeciera y sus muslos comenzaran a temblar.
Cassian lamio sus jugos como un animal codicioso, hambriento, mientras se embebía de la imagen de su mujer, perdida en el placer. Las mejillas de Aylin se volvieron sonrojadas y su cabello estaba ligeramente desordenado y por su puesto se veía complacida, satisfecha.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.