Después de la Enfermedad, Renació el Amor romance Capítulo 98

Diego también miró lentamente hacia ella.

Ximena apretó los dedos con fuerza.

Su garganta se sintió algo congestionada: —Yo...

No podía permitir que la revisara.

Los médicos tradicionales realmente hábiles pueden descubrir problemas, y este señor Ricardo había estado tratándose con doña Lorena durante años. Es un experto muy conocido en el país, lo que seguramente haría que todo quedara al descubierto.

—¿Qué pasa, Xime?— doña Lorena se acercó a preguntarle.

Ximena palideció un poco, —Abuela, estoy bien, de verdad no hace falta que te molestes.

—Has adelgazado, siempre he pensado que no te has cuidado lo suficiente. No pasa nada, solo será una revisión. Incluso si te recetan algo, estará bien.— Doña Lorena la tomó del brazo y comenzó a caminar hacia allá.

Las palmas de Ximena comenzaron a sudar fríamente.

Estaba atrapada en una situación difícil.

Si se descubría su enfermedad terminal, ni siquiera se atrevía a imaginar lo que eso podría desencadenar.

No pudo evitar mirar hacia Diego, quien parecía estar completamente ajeno a la situación.

Él la miró a los ojos.

Su expresión no mostró ningún cambio.

Hasta que Ximena se detuvo frente a señor Ricardo.

Estaba angustiada, sin saber cómo salir de esta situación.

De repente, su muñeca fue sujetada con firmeza, y con un leve tirón, fue arrastrada hacia atrás, chocando con el pecho firme de Diego.

Ximena miró hacia arriba, sorprendida. Diego, con su expresión impasible, dijo fríamente: —Abuela, los jóvenes estamos bien de salud, no hace falta que te preocupes por eso. Nosotros nos encargamos.

La tiró suavemente hacia arriba.

Doña Lorena los observó con sorpresa.

Señor Ricardo, sonriendo mientras se acariciaba la barba, dijo con una mirada significativa: —Si funciona, esta noche podrían quedar embarazados.

Doña Lorena, al comprender, sonrió ampliamente: —¡Eso sería lo mejor!

...

Hasta que llegaron arriba, el corazón de Ximena aún no se había calmado.

La sensación de angustia y asfixia comenzó a disminuir un poco.

Pero aún así, miraba a Diego, que se había sentado en el sofá, mirando la computadora, después de dejarla.

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