Comí algunas frutas picadas de desayuno porque no tenía ganas de salir a desayunar en la cafetería, me bañé y me coloqué una camisa negra y un pantalón negro al igual que los zapatos. Está haciendo frío así que complementé mi vestimenta con una chaqueta que le robé a Blas, me encantan las chaquetas de cuero que utiliza.
Mi celular comenzó a sonar, una videollamada de Jacob así que de inmediato contesté.
— Oye pensé que este fin de semana sí ibas a venir— me reprochó el pelirrojo.
Le había escrito a Zac y a mi padre avisándoles que me iba a pasar el finde estudiando para mis exámenes lo cual no es mentira, pero la verdadera razón es porque tengo que ir a la casa de mi profesor.
— Lo siento, tengo que estudiar, esta semana son los parciales y no me puedo dar el gusto de reprobar— dije.
El pelirrojo estaba sentado en su cama, sin camisa y con pantalón de pijama ¿Por qué se ve tan bien? En serio los genes del tío Lucas son perfectos.
— ¿Y por qué estás tan arreglado a estas horas? ¿A dónde vas a salir? No me digas al fin conseguiste novio— me comenzó a preguntar Jacob.
¿Por qué todos quieren que tenga novio? Acaso no pueden creer que disfruto de mi soledad y que el amor es un tercer plano.
— Solo voy a comprar comida no te ilusiones, vas a tener que aguantarme hasta viejito, planeo ser el tío solterón— jugué.
Mentirle no era mi plan, pero no puedo decirle lo que voy a hacer.
— No creo, ya te llegará algún feo que te aguante— me molestó.
— ¿Por qué no me aguantas tú mejor? — cuestioné con malicia.
La risa de Jacob me hizo volver a la realidad, yo realmente no lo decía en broma.
— No gracias, no me van los góticos — admitió.
Sonreí con falsedad, los toques en la puerta me hicieron entrar en razón.
—Tengo que irme, hablamos en la noche, me saludas a tu papá y a la mamá de Zac— dije antes de colgar.
Guardé el teléfono en mi pantalón junto con mis llaves, abrí la puerta y un hombre de traje negro me indicó que saliéramos. Ese debe ser el chófer.
Seguí al hombre mayor hasta donde estaba el auto estacionado, se parecía mucho al auto de chófer de mi padre, me subí sin negación alguna, noté en el viaje que el hombre que manejaba me miraba con curiosidad.
Ignoré eso y miré hacia la ventana esperando llegar a la casa de aquel hombre lo más rápido posible, nos adentramos en un camino que parecía privado y luego de casi una hora llegamos a una casa que parecía más bien mansión, sabía que a ese hombre le gustaban los lujos, pero no pensé que tanto.
El chófer me abrió la puerta y lo seguí hasta la entrada donde ingresó su huella para que la puerta se pudiera abrir, la decoración me parecía anticuada, los muebles y demás se veían costosos, había estado en casas así por los eventos de mis padres, pero a mí parecer la decoración podía mejorar.
— Le avisaré al señor que ya está aquí— me dijo el hombre antes de perderse de mi campo de visión.
No pude evitar acercarme a la parte de la sala que estaba decorada con fotos familiares, se veía que era una familia un poco numerosa, una de las fotos que llamó más mi atención es donde estaba mi profesor con su prometida y una chica de cabello castaño. Está sonriendo aquel hombre casi de piedra, me dio escalofríos.
— Joven— me llamó una mujer detrás de mí.
La mujer vestía un uniforme llamativo que lograba identificarla como cocinera de la casa.
—Sí, dígame— respondí amablemente.
Su mirada viajó por mi cuerpo antes de hablarme nuevamente.
— ¿Desea algo de comer?— preguntó amablemente.
Tenía hambre no lo podía negar, mi estómago no estaba lleno solo con frutas.
— La verdad sí, no he almorzado— confesé.
— Discúlpeme un momento y le traeré algo de comer— me avisó.
Que mujer amable, mi sonrisa desapareció de mi rostro cuando aquellos ojos azules se cruzaron con los míos. Por primera vez lo veía con una vestimenta menos formal, lucía una camisa blanca con botones y un pantalón negro sin olvidar sus típicos accesorios costosos, reloj y anillos.
— Carlos puedes retirarte— le ordenó a su chofer antes de dirigirse hacia donde estaba yo.
Solo quiero terminar esto para irme.
— ¿Solo viste ropa negra?— me cuestionó.
Me molesta que me pregunten eso, acepten que no todos se visten igual.
— Sí, siempre listo para algún funeral— comenté con sarcasmo.
Creo que estar fuera de la universidad me hacía sentir que no tenía la obligación de tratarlo como mi superior.
— Joven le preparé un sándwich— dijo la mujer antes de entregarme el plato.
Sonreí de inmediato, en serio mi estómago se lo agradecía.
— Muchas gracias, es usted muy amable— agradecí de inmediato.
—Con gusto, con su permiso. Sr. Belenger me retiro para comprar alimentos para la comida de la noche— avisó la mujer.
No presté mucha atención a lo que le hablaban porque quería satisfacer mi hambre primero, no tardé mucho para terminar mi delicioso sándwich.
— Gracias Sr. Belenger— agradecí antes de entregarle el plato.
Este dejó el plato en la mesa más cercana y se acercó a mí.
Zerek colocó sus manos en mi cintura y me acercó más a él, me sorprendió su repentino movimiento, pero quedé en shock al ver que no había señal de fastidio o asco en su rostro.
— Un análisis muy vago para un futuro psicólogo, me juzgas y señalas cuando tú eres un chico que no se junta con nadie porque no considera lo suficiente buenos a los demás para estar a tu lado, te vistes de una forma para intentar ser único, pero al final terminas siendo uno más del montón, defiendes tus gustos porque en el fondo hasta tú mismo dudas de si es correcto lo que estás haciendo... son muchas cosas que podría decir de ti, pero creo que no es necesario que te diga algo que ya sabes— me reprochó.
¿En serio cree que soy esa persona que describe? Se equivoca, puede tener los títulos que quiera, pero no sabe quién soy.
— Te equivocaste, te juzgo y te señalo porque tú empezaste, no creo lazos con nadie en la universidad porque ya tengo amigos y no necesito más, me visto como quiero y no ando pensando entrar en una absurda tendencia de moda y defiendo mis gustos porque no voy a permitir que alguien cambie lo que soy porque no está de acuerdo— me defendí.
Estamos muy cerca, puedo sentir su aliento a café y sus manos hacer presión en mis caderas ¿Por qué me gusta esto? Creo que estoy perdiendo la cabeza en serio necesito hacerme una buena paja para bajarme la calentura.
— ¿Y cómo estás tan seguro de que eres gay? Tal vez solo quieres alejarte de lo que todos hacen hasta el punto de creer que eres gay, no quieres seguir modas ni crear muchos lazos, no quieres ser igual a nadie y por eso haces todo para ser diferente— me cuestionó.
¿En serio? Qué clase de lógica es esa, quiere utilizar psicología en mí, pero realmente no le va a funcionar porque desde pequeño supe quién era y no fui descubriendo algo que ya estaba en mí. Solo soy lo que soy porque así nací.
— Que análisis tan superficial para alguien con tanto estudio— me burlé antes de acercarme más su rostro, bajé mis manos por su pecho lentamente— Me gusta sentir el toque de unas manos fuertes sobre mí, que acaricien sin miedo a la vulgaridad, me gusta esta parte de los hombres más de lo que te puedes imaginar— le susurré en el oído mientras apretaba con descaro el bulto de sus pantalones, pensé que me iba a alejar, pero no lo hizo— No quiero una delicada chica a la que tenga que complacer, quiero que ser yo el complacido, sentir esto dentro de mí, que un hombre me use a su antojo y que toque todos mis puntos sensibles hasta que mi voz no tenga fuerza— el bulto en sus pantalones se está poniendo duro lo cual me sorprendió hasta el punto de quitar mi mano del lugar para mirarlo a los ojos.
Había algo diferente, tal vez solo era mi mente que está haciéndole ver deseo dónde no lo había.
— ¿Y crees que un chico como tú podría satisfacer a un hombre? — me cuestionó con superioridad.
Sentí una corriente recorrer todo mi cuerpo y sin poder evitarlo me mordí el labio deseando que esto no fuera una broma.
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