La fiebre alta de Ayla no bajó ni un poco, lo que preocupó a Maria. Aunque el señor Clark no le dio ninguna orden, la mujer no tuvo más opción que llamar al médico.
"Es necesario aplicarle una inyección para bajarle la fiebre. De lo contrario, podría contraer neumonía", dijo el médico mientras preparaba la inyección.
"¿La fiebre de la señora Clark, es muy grave?", preguntó la mujer. Esta se sentía ansiosa porque sabía que el señor Clark estaba de mal humor. Si algo le sucediera a la mujer con la que se acababa de casar, podría ponerse furioso.
"Bueno, es algo delicado. Ella está demasiado débil en este momento. Necesita tomar un buen descanso". El médico inyectó a la chica y después escribió la receta.
A pesar de que su temperatura bajó luego de recibir dicha inyección, aún estaba inconsciente.
Brian regresó casi a amanecer. Al entrar al pasillo, no encontró a nadie allí. "¡Maria!", gritó él.
"Señor, volvió", respondió ella desde su habitación.
El hombre refunfuñó, subió las escaleras y descubrió que su esposa seguía sin despertar. Rápidamente ordenó: "¡Envíala abajo! ¡Y limpia mi habitación!". Detestaba que otras personas tocaran sus pertenencias.
María y Rubén bajaron a la chica al primer piso y la llevaron a su habitación. Al día siguiente, cuando Ayla por fin recobró el sentido, era casi mediodía. Observó la habitación y recordó con lentitud lo que había pasado la noche anterior. Pero, ¿cómo regresó a su habitación? Se agarró la cabeza, sentía mucho dolor, y, una debilidad extrema en su cuerpo.
En ese momento, María abrió la puerta y entró. "¡Ah! Señora Clark, ya despertó. Entonces le traeré un poco de avena", expresó la mujer. Al rato, le llevó lo que prometió.
"Te agradezco, María. Gracias por cuidar de mí anoche", dijo la chica. De hecho, ella se encontraba más preocupada por las clases, que por su salud, puesto que si no recuperaba su fuerza, no podía ir a la escuela.
"No se preocupe, pero cuídese mucho en el futuro ¿Cómo puede bañarse con agua fría tan descuidadamente?", dijo María. Se había asustado mucho al ver que la chica tenía la fiebre tan alta.
Ayla sonrió con impotencia. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.
Como pudo, se las arregló para ir a clases, a pesar de la debilidad, Lyle la llevó hasta la escuela.
Ella siempre había preferido sentarse en la primera fila, pero hoy eligió la última, ya que le daba temor afectar a otros estudiantes si continuaba tosiendo.
Sin embargo, la chica no pudo evitar escuchar los chismes sobre ella, sus compañeros de clase no paraban de hablar en voz baja.
"Vi que Ayla llegó en un auto lujoso esta mañana. Escuché que encontró un anciano millonario", expresó uno de sus compañeros.
"¿En serio? ¿Cómo puede ser tan desvergonzada como para acostarse con un viejo rico? Ella es muy bonita, sin embargo, resulta que también es una oportunista", dijo otro chico.
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