El mayor beneficio de ese mecanismo era que protegía al máximo la confidencialidad de los miembros de Ángel Guardián.
Todo el mundo llegaba a la empresa con máscaras y uniformes iguales, y sólo se diferenciaban por el nombre en sus placas de identificación. Nadie de la empresa había visto tampoco el rostro real de King.
Pero aquellos que estaban en contacto cercano con King siempre se enteraban de sus movimientos.
Aunque King no dijo nada, Estefanía primero sospechó del personal administrativo interno en el camino de regreso.
"Creo que es uno de los ocho de la compañía", dijo Estefanía pensativa y en voz baja. "No podrían ser Emilio y los miembros de la familia, al fin y al cabo, son gente mayor que trajiste de tu país y han dependido el uno del otro por años".
King asintió y respondió con un susurro: "Por eso quiero que vayas a la empresa estos días para que me ayudes a revisar algo".
"Bueno, ya tengo una idea de que hacer". Estefanía contestó inmediatamente.
Mientras hablaban, llegaron al pasillo del primer piso.
"De hecho, si no hubieras vuelto hoy, había pensado en mandar a alguien a ver cómo estaba Sebastián". King miró a los niños jugando afuera en el pasillo del hospital y, después de un silencio, le dijo a Estefanía en voz baja.
Estefanía se sorprendió un momento antes de darse cuenta de que ese día era el 8 de agosto.
Era el aniversario de la muerte de Sebastián, el día que ella perdió a su bebé.
Ella estuvo tan preocupada por los asuntos de King que lo había olvidado completamente.
En el avión, tal vez Sebastián la extrañaba desde cielo, por eso tuvo la coincidencia de soñar con él ese día, justo tres años después de haberlo perdido.
"Iré por mi cuenta, llevaré a Adriana conmigo", dijo Estefanía tras pensar un poco y en voz baja. "Después de resolver esto por ti, volveré a mi país. Acabo de empezar a trabajar en una compañía de cine y no puedo afectar el progreso de los demás".
King la miró fijamente y sus ojos parpadearon ligeramente.
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