Porque Tomeo no estaba seguro si lo que decía Orson era en serio o solo eran palabras dichas por el calor del momento.
¿Quién disfruta pelear, después de todo?
Si eso no es sarcasmo, ¿entonces qué es?
Están en problemas. Lo más seguro era que Jimena ofendió a Orson con sus palabras hace un momento.
"Sr. Salcedo, en realidad..." Tomeo se preparaba para disculparse y arreglar el desastre que había causado Jimena.
Pero Orson ya no tenía paciencia: "¿No escuchaste lo que te dije?"
Tomeo se quedó perplejo, asustado por la mirada penetrante de Orson, y se apresuró a decir: "Sí, sí, ya me voy a la oficina..."e2
Tomeo se secó las gotas de sudor de la frente y se dio la vuelta para salir.
"Oh, parece que hay una reunión importante aquí, ¿por qué no me invitaron?"
Tomeo apenas había dado unos pasos cuando un hombre alto y corpulento entró, seguido de otro hombre.
El hombre alto y corpulento tenía barba de candado y vestía un traje azul zafiro, parecía maduro y robusto, con un aire temerario que emanaba de todo su ser.
¡Era Morfis Guzmán!
Y el hombre que lo seguía era alto y elegante, de aspecto culto y suave, ¡era Ramiro!
Tomeo se detuvo bruscamente, alarmado, y dijo: "Sr. Guzmán, bienvenido, bienvenido a nuestra empresa. ¿A qué debemos el honor de su visita?"
Aunque en la superficie Tomeo parecía entusiasta, cortés y tranquilo, por dentro estaba hecho un lío.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia