Priscila se encontró con las miradas de sorpresa y asombro de Orson y Jimena.
De inmediato se percató de que había metido la pata, y ante el interrogatorio de Jimena, sintió un vacío en el estómago y retrocedió un paso.
"Yo…, yo no dije nada", balbuceó Priscila intentando retractarse.
Pero era bien sabido que las palabras, una vez dichas, y el agua derramada, no se podían volver a recoger.
¿Acaso ella no entendía ese simple hecho?
"¿Ah, sí? Priscila, deberías darte cuenta de que sería muy sencillo llevarte al hospital para un chequeo médico y ver si has tenido un hijo o si aún eres virgen", dijo Jimena, cruzándose de brazos y acercándose con paso firme a Priscila presionándola cada vez más.
Priscila retrocedió hasta que su espalda chocó contra la pared. Encarando a Jimena, dijo entre dientes: "¡No se atrevan! Si tocan un pelo de mi cabeza, llamo a la policía de inmediato y los meto presos!"e2
"Adelante, llama a la policía ahora mismo. Será perfecto para informar que tu pariente, el subdirector del hospital, cometió un delito al hacer un informe médico falso. Eso es ilegal, ¿sabías? Aún no hemos tenido la oportunidad de hablar con la policía sobre esto", replicó Jimena sin inmutarse por las amenazas de Priscila.
Priscila buscó apoyo en Orson: "Orson, la familia Guzmán y Salcedo aún tienen negocios pendientes, ¿vas a permitir que esta mujer me trate así? Si mi papá corta lazos con ustedes, ¡los Salcedo tendrán mucho que perder!"
Su mirada era suplicante, pero sus palabras eran arrogantes y amenazantes.
Antes, ella había usado ese mismo argumento para forzar a Orson a ceder una y otra vez.
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