CAPITULO 64
Romeo llega a la manada después de aquel encuentro con la loba que se le ha metido en la cabeza y que parece convertirse en una obsesión.
No puede sacarse de la cabeza, sus gestos, su sonrisa, su aroma, todo de ella es un carrusel que gira una y otra vez, no la puede olvidar, es imposible olvidarse de ella, pues su presencia le recuerda a Aurora.
Le ordena a un grupo de lobos que se acerque con palas, necesita cavar la tumba de Aurora y asegurarse por sus propios ojos que ella no está ahí.
Los lobos le hacen caso, pero creen que su Alfa ha perdido la cabeza, es claro que no ha superado la muerte de su esposa, su deber es obedecerlo aunque lo que sucede es descabellado y está fuera de proporción.
— ¡¿que estás haciendo?!— le cuestiona Darío que es informado por uno de los lobos, necesita que Romeo se detenga.
—¡Déjame!— exclama con algo de furia en su garganta, es la primera vez que tiene una oportunidad tan real en su vida, de confirmar que la tumba de Aurora está vacía.
Inés también llega con Rogelio, se arrodilla ante los pies del alfa y le suplica que deje la tumba de su hija, pues ella merece descansar en paz.
Rogelio le da un puño en el rostro a Romeo, este parece en shock, quiere abrir el ataúd, ver qué está vacío, necesita creer que Ana es Aurora y no una fantasía de su cabeza.
—¡Sigan!— ordena Romeo sin importar los reproches de todos, de quienes creen que ha perdido la cabeza.
Sin embargo al sacar el ataúd, no es necesario abrirlo, el olor a fétido inunda las narices de todos, algunos de los lobos vomitan al sentir como aquel olor entra por sus fosas nasales.
Darío se para en frente de Romeo
— No la veas así, no se que es lo que quieres, pero tienes que meterte en la cabeza que ella no esta, todos la vimos, ella está muerta.
Romeo sabe que si amigo le dice algo cierto, que no lo inventa, Aurora ha muerto y Romeo se derrumba en los brazos de Dario, Rogelio ordena que regresen el cuerpo de su hija a su lugar, está furioso, pero quiere entender la frustración de Romeo, quizas si en el pasado le hubieran quitado a Inés, este hubiera perdido la cabeza.
Darío lleva a Romeo a su habitación, le un te para que descanse, pues el lobo está temblando.
— Ella está viva.
Romeo toma los brazos de su amigo, necesita que alguien lo escuche y le crea lo que vio.
Darío solo piensa que el delira, que en medio de ese dolor que parece insoportable Romeo está perdiendo la cabeza y está despertando del letargo de no tenerla.
Después de eso, Darío lo escucha se queda con su amigo, es su beta pero más que ser un compromiso, es una amistad.
— ¿Que vamos a hacer?, No podemos dejar que Romeo siga perdiendo de esta manera la razón, el dolor va a matar al Alfa — Darío lo consulta con Rogelio y el grupo de ancianos.
Pero ninguno sabe que hacer, controlar la mente del Alfa es una prioridad, pero ninguna idea va a ser aceptada por Romeo.
Algunos dicen que lo mejor es llevarlo a un internado de ancianas lobas, Romeo no es el primero en volverse loco, y algunas lobas cuidan de lo Alfa enfermos.
Pero Darío no quiere que su amigo se quede sin nada, ya perdió a la mujer que ama y odiaria tener que quitarle su vida, su manada y alejarlo de todo.
Algunos insisten en que lo mejor es casarlo de inmediato, conseguir una compañera para su vida, que lo acompañe, sea su Luna, una reina y sobretodo que cuide del deteriorado alfa.
Rogelio se queda en silencio, es quizás el único lobo que no opina, pues le quema la idea de ver perdido la razón de su sobrino al que quiere como un hijo.
La reunión termina, no hay una conclusión clara, más que el Alfa Romeo, ese Alfa fuerte de Luna Azul necesita ayuda urgente o la ausencia de su esposa le matara lentamente.
Al llegar a la habitación, Rogelio se quita las botas mientras observa a Inés llorando cargando al bebé que representa un poco de la vida de su propia.
Inés no quiere ver a Romeo, ha revivido una herida vieja en su cabeza, para ella su hija es sagrada, y que el sacará su ataúd de su sepultura es considerado una afrenta que no puede perdonar.
— El no está en sus cabales, no puede ser un buen padre para Lucius, creo que lo mejor es que yo regrese a Alba de Luna, le pida asilo a Víctor y cuide a Lucius lejos, por lo menos hasta que Romeo recupere la razón.
Ella entiende lo que él sufre, para Ines el dolor más terrible de su vida fue precisamente perder a Rogelio en aquella época oscura y de dolor, pero aún sigue shockeada por lo que sucedió con el.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOS HERMANAS, UN ALFA