"En verdad que esto sabe delicioso."
"Es alguna clase de medicina o veneno?"
Cuestiono a Reginald mientras bebo del enorme vaso con un líquido rosado que sabe a exquisitas fresas.
"Claro que no es medicina y mucho menos es veneno, princesa."
El doctor habla sin quitar la vista del camino.
"Es solo una malteada sabor fresa con mucho nutrientes."
"Ya terminaste de beberla?"
La verdad es que no había querido acabar con todo el líquido por miedo a que falleciera en el corto trayecto hacia la cabaña de Logan y Jack.
Pero ahora que sé que solo es una clase de malteada proteica...
"Eso, buena princesita hermosa."
"Ahora, dame un besito antes de que entremos a la cabaña."
"Hermosa Asistente."
Sus palabras son dulces y lindas, pero el beso que me da es feroz, duro y demandante.
Su poderosa mano revuelve mi cabello mientras que su otra mano recorre con apremio mi cuerpo.
Jadeando, Reginald se separa de mi.
"Dios, cada vez es más difícil para mi controlarme a tu alrededor."
Veo lo elevado de su erección en sus pantalones.
"Quieres que..."
Me agacho lentamente para que pueda darle una buena mamada, pero Reginald me detiene.
"No, no es momento para esto."
"Debemos revisar a las pacientes."
"A todas ellas."
Reginald respira hondo varias veces con los ojos cerrados antes de abrir la puerta del auto para salir de el.
"Espera a que yo abra la puerta por ti."
"Me escuchaste, princesa?"
Emito un tembloroso si, pues yo también estaba excitada por el beso ardiente que me acaba de dar este hijo de puta.
"Ahora, si, princesa Elizabeth, si usted es tan amable en salir."
Reginald me extiende su mano para que la tome y pueda descender del auto.
Su voz es exactamente igual de plana y distante que antes, cuando lo conocí por primera vez.
Greta abre la puerta para darnos la bienvenida.
"No hay buenas noticias esta mañana, querido Doctor Reginald."
Esas palabras no me gustan nada!
"Anoche, como usted creo que ya sabe, una pobre princesa intentó escapar..."
Greta camina con nosotros hacia la habitación de las cortesanas y las princesas de la cueva.
"Si, lo sé, que sucedió con ella?"
Afirma y cuestiona Reginald a la vez.
"Bueno, pues ella fue dejada intencionalmente en nuestra puerta."
"No sobrevivió, pero..."
Pero?
Que maldito pero hay?
"Pero que Greta?"
Inquiero de forma demandante.
"Muñequita Elizabeth, será mejor que vengas conmigo."
"Deja que el doctor Reginald examine a las pobres chicas."
"A solas."
No me gusta ni una idea ni la otra, pero no tengo opción.
Me interesa saber que carajos le hicieron mi cruel Rey junto con la malnacida doctora a esa pobre niña.
"Está bien."
Accedo antes de que Reginald entre en la habitación de las chicas.
Fugazmente me asomo a verlas y puedo ver que no ha habido grandes cambios en ellas.
Aún lucen tan apagadas, esqueléticas, débiles, con piel opaca, frágiles y desfallecidas.
Todas se aferran con su vida a sus vasos de malteada de fresa.
Todas saludan a coro al doctor quien las saluda de forma amable también.
Cierro la puerta y acompaño a Greta hacia la que era mi habitación junto con las frutitas.
Una cama está en el centro de la habitación vacía.
Un cuerpo sumamente delgado y diminuto yace cubierto por completo por una sábana blanca.
"Muñequita Elizabeth..."
"No te acerques mucho si no quieres..."
Ignoro lo que me dicen Logan y Jack quienes se ven terriblemente mal.
Ambos tienen marcadas ojeras oscuras en sus rostros arrugados.
"Quiero verla."
Camino con decisión hacia el cuerpo.
Levanto la sábana un poco y lo primero que veo me duele.
La cara de esta inocente niña está casi morada y roja.
Tiene diversos cortes a lo largo de sus pomulos y frente.
Sangre seca se deposita en la comisura de sus labios morados.
Destapo más el cuerpo y aprieto la sábana con fuerza en mis manos.
"REY!"
"PAGARÁS POR ESTO!"
Ella!
La niña!
Cubro de nuevo el cuerpo antes de hacerme ovillo en el suelo.
Grito de nuevo.
Grito mi coraje, mi rabia, mi desesperación!
Puedo escuchar a Jack y Logan sollozar también.
"Que carajos sucede?"
"PRINCESA!"
"Donde estás?"
Reginald me levanta del suelo mientras que intento refrenar mis lágrimas pero...
"Reginald..."
"Ella..."
"Ayer yo..."
No puedo continuar con ninguna de mis palabras.
Los gritos desesperados de la niña que ayer escuché junto con Rey amable, ahora me taladran dolorosamente la mente junto con la imágen del pequeño cuerpo violentado de esa forma tan cruel y despiadada!
Reginald me sienta en una cama antes de caminar hacia el cuerpecito corrompido.
"Ese hijo de puta!"
"Cada vez son mas despreciables y crueles!"
Todos nos sentimos peor que mierdas al recordar el terrible estado de las heridas y las profanaciones dolorosas en el cuerpo de la pequeñita niña.
"Espera!"
Ahora recuerdo algo que ví.
Algo que está en ella.
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