El Amor Eterno romance Capítulo 1119

Todavía me preocupaba el hecho de que Zachary aún no me había llamado su esposa.

Pensé que podría convencerlo de que lo dijera, ya que él estaba tan borracho. Sin embargo, solo me miró con una sonrisa vaga.

Lo llamé suavemente: "Segundo hermano...".

Él descansó su cabeza contra la mía y me acarició la cabeza ligeramente. Él estaba siendo tan pegajoso como una mascota. Extendí la mano para acariciar su rostro ligeramente.

En ese momento, olí su fuerte aliento alcohólico.

Zachary rara vez bebía. La mayoría de las veces, él rechazaba las bebidas o simplemente optaba por no beber. Fue la primera vez que lo vi borracho.

Supongo que las personas con las que se vio deben haber sido importantes para él. Eran tan importantes que tuvo que ser muy paciente con ellos.

Le pregunté con un tono gentil: “Segundo hermano, ¿por qué nunca me llamas tu esposa? ¿Podría ser que estés avergonzado? Segundo hermano, esto me ha molestado mucho”.

Se lo dije a propósito porque quería escuchar su explicación.

Me llamó con una voz débil: "Bel".

"¿Qué?".

Zachary de repente me dio un beso en la mejilla en secreto. Él parecía estar en trance cuando su voz se volvió ronca: "Bebé, esperemos un poco más".

Le pregunté con desconcierto: "¿Para?".

“Espera nuestra boda. ¡Quiero sorprenderte!".

Resultó que Zachary tenía ese plan en mente. Zachary debe haber estado borracho. De lo contrario, él no me habría revelado fácilmente sus planes.

Cuando lo escuché mencionar una sorpresa, de repente recordé ese momento en que estábamos en Ciudad Ron. Él dijo que quería darme una sorpresa. Sin embargo, lo olvidé debido a la confusión de su relación con Noelle.

Le pregunté en voz baja: "Cuando estábamos en Ciudad Ron, ¿qué sorpresa me preparaste?".

Afuera, las estrellas brillaban en el infinito cielo nocturno. Agarré la mano de Zachary y toqué ligeramente el anillo de bodas en su dedo. Él aún llevaba el primer anillo que le di y estaba en buenas condiciones.

¿Y el anillo que me dio?

“Los amo más de lo que me amo a mí mismo. ¡Un día, si nos enfrentamos a la vida o la muerte, arriesgaría mi vida por ellos sin dudarlo!".

El hombre rara vez mostraba sus emociones, ¡pero su amor por sus hijos era resuelto e inquebrantable!

Le pregunté suavemente: "¿Cuándo hablaste con mi mamá?".

"Lo olvidé. Ella dijo que todavía no soy un buen padre. Pero dado que no es necesario mostrar ciertas emociones, es mejor si las oculto”.

Parecía que a él le preocupaba que yo lo malentendiera, así que agregó con firmeza: “Los amo. Son los obsequios más preciados que mi querida Bel me dio con todas sus fuerzas. Son la continuación de mi vida. Son el mejor regalo que Dios me dio. Mi corazón les pertenece a ellos”.

“Bel, gracias. Ese año, pasaste por muchas dificultades. Sin embargo, no estaba allí para quedarme contigo”.

Cuando el hombre estaba borracho, hablaba más de lo habitual. ¡Él compartió cosas que nunca solía hacer!

“Bueno, sé que los amas. Te entiendo, segundo hermano. Ignoremos lo que dicen los demás, ya que nos conocemos mejor a nosotros mismos”.

Zachary amaba a los niños simplemente porque eran sus hijos. Mientras tanto, yo los amaba porque había arriesgado mi vida por ellos.