El Amor Eterno romance Capítulo 114

‘La Calle Donde Reside el Viento’ tenía un matiz y una melodía quejumbrosa. No muchos hubieran reaccionado con la canción a menos que la hubieran escuchado antes.

Aun así, sabía que toqué bien la pieza.

La audiencia votó por mí.

No perdí, y cuando el camarero preguntó si había alguien que quisiera asumir el desafío, el hombre que vestía el traje tradicional levantó lentamente la mano.

“Me gustaría desafiarla”, dijo el hombre con una sonrisa tímida.

Sin duda, mi suposición había sido correcta. De hecho, él era el jefe. Habría esperado hasta que anunciaran un ganador final antes de revelarse.

No había el más mínimo nerviosismo en mi corazón. No sabría decir si habría perdido, pero al menos sabía que ahora tenía a Lance allí.

Cuando se trataba de tocar el piano, nunca había dudado de él.

Toqué una pieza moderna, mientras que el hombre de mediana edad tocaba un Nocturno de Chopin. De hecho, había sido digno de ser el jefe oculto. Estaba completamente derrotada, miré a Lance y le di una sonrisa impotente. “Déjame intentarlo”, dijo él gentilmente a medida que se acercaba.

Lance se sentó frente al piano con su traje negro. Aunque había una cierta diferencia con el atuendo formal que vestía el hombre de mediana edad, todavía tenía la apariencia de un hombre noble e impenetrable que siempre tenía.

La expresión de Lance era diferente, parecía desconocido y distante cuando lo miré desde abajo. La canción que eligió tocar era la misma canción moderna que acababa de interpretar. Tenía la intención de usar la misma canción para derrotar al hombre.

Las manos de Lance eran rápidas, era como si se hubiera perdido por completo en la canción. Cada vez que veía su actuación, me enamoraba. El hombre de mediana edad ya tenía una expresión de asombro justo después de escuchar a Lance interpretar una pequeña parte.

La audiencia de abajo había soltado aplausos atronadores, ya que Lance fue el vencedor, y nos exoneraron la factura. Nos sentamos un momento antes de levantarnos para irnos, pero cuando apenas habíamos dado unos pasos, alguien nos detuvo.

Lance y yo nos dimos la vuelta y vimos al hombre de mediana edad de antes. Se detuvo y extendió la mano con una sonrisa. “Saludos, soy el jefe del café y tú debes ser el pianista de renombre mundial, Lance Gregg. Mis disculpas por no reconocerte antes, tu desempeño fue excepcionalmente asombroso, es un estado que nunca alcanzaré. Si tienes tiempo, te importaría…”.

Efectivamente, yo tenía razón, él era el dueño del café.

La forma en que miraba a Lance era como un fan acérrimo que acababa de conocer a su ídolo. No tenía idea de cómo controlarse.

Parecía que había querido preguntarle algo a Lance, pero fue claramente interrumpido, “Lo siento, tengo otros asuntos que atender”.

El hombre de mediana edad estaba decepcionado y no nos retuvo más. Le dije a Lance, “Eres asombroso”.

Su actuación logró haber capturado el corazón de toda la audiencia.