El Amor Eterno romance Capítulo 1357

Dixon me miró fijamente con sus ojos.

Le pregunté: "¿Qué estás mirando?".

"Hace unos meses que no te veo. Parece que has madurado".

Efectivamente, estaba más tranquila y firme que antes.

Le dije: "Me alegro por haber crecido".

Dixon se quedó en silencio. Le pregunté amablemente: "¿Cómo van las cosas entre Gina y tú? ¿Cuándo se van a casar?".

"Carol, incluso si te dijera que estoy equivocado, parece que no serviría de nada. Los dos ya no compartimos un futuro. Aunque no estoy dispuesto a... Mi único deseo siempre fue amarte. ¿Cómo podría enamorarme de ella?".

Dixon dijo con sinceridad que no podría enamorarse de Gina Yale. Sin embargo, dijo que deseaba darme el amor de toda una vida...

Sonaba realmente irónico.

"Carol, he estado sufriendo todo este tiempo", admitió Dixon.

Dixon siempre había sido un hombrecito maduro pero infantil. Su madurez provenía de la frialdad con la que me trataba. Su madurez venía de cómo se enfrentaba a todos los demás con tranquilidad. Su ingenuidad provenía del hecho de que actuaba como un niño y admitía sus errores ante mí.

En el pasado, solía perdonarlo porque me sentía mal por él. Aun así, ¿cómo se le podía perdonar por sus errores cada vez?

El verdadero punto de quiebre entre nosotros fue aquella vez en la iglesia...

Arrojó mi dignidad por la borda y me humilló profundamente. Y fue en ese momento que me hizo sentir la protección de Zachary.

Por eso, desde entonces, ya no lo perdono de verdad. Muchas cosas habían pasado entre nosotros. Sin embargo, ya no podía perdonarlo, sin importar lo que pasará. Por otra parte, cuando me ayudó en el accidente de coche...

Le recordé: "Solo me causaras problemas".

Dixon cerró los ojos y dijo: "Carol, te quiero".

Después de decir eso, se fue.

No le importaba lo que yo fuera a decir. Lo único que quería era expresar sus sentimientos.

Suspiré. Chuck preguntó: "Presidenta Shaw, ¿está molesta?".

Sacudí la cabeza y quise decirle a Chuck que no estaba molesta. Justo cuando levanté la mirada, vi a aquel hombre elegante que me miraba desde el segundo piso.

Levanté la barbilla y sonreí. "Me has espiado tres veces".