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¡Fui una idiota!
¡Fui tan estúpida que nunca noté la incomodidad de Zachary en absoluto!
Con quien yo era, ¿acaso lo merecía?
Hubo un momento en el que dudé de mí misma. Me odiaba y me sentía desagradable. Estaba tan triste en ese momento. No sabía cómo compensárselo.
Me levanté repentinamente y caminé hacia la puerta.
"Jefa", me llamó Tucker.
Finalmente volví a mis sentidos y recordé a Melvin. Le dije a Tucker: "Primero encarcela a Melvin y deja que Zachary lo resuelva en el futuro. No le dejes vivir una buena vida".
Melvin estaba atónito. "¡Me estás encarcelando ilegalmente!".
Dije con indiferencia: "Cúlpate a ti mismo por eso".
Entonces, cambié de opinión y dije: "¿No dijiste que te estoy encarcelando ilegalmente? Un hombre como tú tampoco debería andar por ahí libremente de forma legal. Tucker, ayúdame a averiguar si él hizo algo ilegal. Si lo ha hecho, envíalo a la estación de policía. Además, consigue el mejor abogado y haz que le den la sentencia más larga posible".
La expresión de Melvin cambió rápidamente mientras suplicaba: "Norman, ¡sálvame!".
Al ver cómo entró en pánico, ¡supuse que él debía haber hecho algo ilegal!
Salí de la clínica con algunos guardaespaldas. Tucker les indicó que me siguieran. Me sentí aturdida al pensar en todo lo que sucedió.
Murmuré: "Soy tan idiota".
Tucker preguntó: "Jefa, ¿sigue pensando en el Señor Schick?".
“Desde que conocí a Zachary, siempre he sido la más beneficiada de nuestra relación. Nunca le he dado nada. Alguien como yo... solo soy una carga para él e inclusive lo lastimo. No soy digna de ser su esposa. No merezco ser la esposa de un hombre tan increíble como él".
Tucker suspiró. Él dijo: "Jefa, sigue minimizándose a usted misma".
"Tucker, soy terrible", solo le pude decir.
Una fuerte culpabilidad se apoderó de mi corazón como una punzada. Seguí culpándome a mí misma y me sentí mal. Después de todo lo que pasó, no tenía sentido decir más.
Le hice daño a Zachary.
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