El Amor Eterno romance Capítulo 155

Mi vida sería espléndida si nunca hubiera conocido a Dixon.

Cinque tenía razón. Yo era la mujer más poderosa de la Ciudad Wu. Tuve una vida brillante y magnífica.

Era de hecho brillante y magnífica.

¡¿Por qué tuve que conocer a Dixon?!

¡¿Por qué me hice tan patética?

No pude comprenderlo. Cuanto más lo pensaba, más dolor sentía.

Solté un suspiro y dejé que una lágrima cayera de mi mejilla. Quería llorar una vez más esa noche. ¡Nunca dejaría que nadie me pisoteara de nuevo!

¡Nunca dejaría que el amor me lastimara de nuevo!

Había una vaga melodía de piano que venía de arriba.

El sonido se hizo cada vez más claro.

Esa era ‘La Calle Donde Reside el Viento’ de hace años.

Me quedé atónita. La melodía del piano se detuvo de forma abrupta.

Una figura salió del piso de arriba. Descansó tranquilamente su brazo en el balcón mientras me miraba con compasión en sus ojos.

Él se veía tan brillante bajo las estrellas en el cielo nocturno.

Una vez que dije que la galaxia de estrellas en sus ojos era como una tierra pura que nunca podría alcanzar; era una orilla imposiblemente lejana de mí.

Yo tartamudeaba, “¿Lance?”.

“Pequeña dama, ¿por qué lloras?”.

La escena era excepcionalmente familiar.

Estaba en el mismo lugar, en la misma posición. Me miró desde el balcón mientras yo lo miraba.

Estaba lloviendo mucho ese día, sin embargo, me preguntó por qué estaba llorando con una voz tan clara como el día.

Él siempre podía ver a través de mí.

Él me entendía muy bien.

Lo miré con severidad. “¿Sí?”.

Las estrellas de sus ojos eran infinitas y centelleantes. Se quedó allí en silencio como una pintura mientras yo escuchaba su voz suave. “Yo vine a buscarte aquí hace nueve años”.

Yo sabía de eso. Loraine me había contado.

Me quedé callada y lo miré, las lágrimas corrían por mi cara.

Él continuó, con su voz suave, “Te busqué; te busqué sin dudarlo, como lo hiciste por mí durante nueve años. Te tuve en mi mente durante nueve años. Sin embargo, cuando te volví a ver… eras la exesposa de mi hermano gemelo y me confundiste con Dixon”.

Sabía todo eso. Estaba nevando mucho esa noche. Él me había puesto una bufanda beige y me envió a casa.

Ese fue el mayor cariño que jamás había recibido de él.

Nunca podría olvidar esa noche en mi vida.

“La siguiente vez que te vi, estabas silenciosamente acostada en la cama, tu rostro pálido, sin vida. Tuve mucha suerte de saber, por tu testamento, que tu amor después de esos nueve años había sido un error”.

Yo estaba en una pérdida. “Lance…”.

“Pequeña dama, te he estado esperando aquí desde entonces”.