El Amor Eterno romance Capítulo 1916

Lucas vivió toda su vida en soledad. Por supuesto, esa era solo la percepción de un extraño sobre él.

Lucas no pensaba en sí mismo como solitario en absoluto. Él nunca necesitó la misericordia ni la simpatía de los demás.

A los ojos del Asistente Yair, Lucas no pasaba el Año Nuevo Lunar con nadie. Así fue durante muchos años. El Asistente Yair sabía que Lucas tenía su propio mundo en su corazón, pero igual sentía que Lucas era solitario.

De lo contrario, no habría venido a los alrededores de la villa de la familia Schick durante la víspera del Año Nuevo Lunar.

Lucas era muy consciente de los cuidadosos pensamientos del Asistente Yair, pero no le importaba. No podía molestarse en explicarle las cosas.

Después de que Lucas se fue, el Asistente Yair contactó a Chuck.

Chuck respondió: “Iré a la casa del Presidente Shaw más tarde”.

El Asistente Yair y el Asistente Chuck no estaban casados. Por lo tanto, en realidad no tenían una familia, y por eso pasaban el Año Nuevo Lunar en la villa de Caroline. Afortunadamente, había muchos invitados presentes, por lo que no molestaban a los demás.

Estaban allí para unirse al ambiente festivo y divertirse.

…

Isabelle le dijo a Cedar: “Tengo que salir un rato más tarde. Hermano Mayor, ¿por qué no me esperas en el aeropuerto?”.

Cedar accedió y dijo: “De acuerdo. Como prefieras”.

Isabelle miró la hora y dijo: “Me iré primero entonces. Si Mamá te pregunta, solo dile que tengo un asunto privado que atender. Iré directamente al aeropuerto más tarde. Hermano Mayor, recuerda llevar mi equipaje por mí. ¡Te veo luego!”.

Isabelle se fue a toda prisa.

Ella bajó las escaleras y le dijo al conductor que la llevara al condominio de Lucas. En su camino, se topó con Lucas y su paraguas rojo. Rápidamente le dijo al conductor que se detuviera.

Isabelle bajó la ventanilla y se apoyó contra la puerta. Ella exclamó cortésmente: “Hermano Lucas, ¡Feliz Año Nuevo Lunar! ¡Aunque ya soy una adulta, todavía quiero el dinero de mi regalo!”.

Lucas se dio la vuelta y sonrió. Sus ojos estaban ligeramente entrecerrados, y su sonrisa era simplemente encantadora.

“¡Hermano Lucas, eres tan hermoso!”.

“Bella, eres tan dulce como siempre”.