El Amor Eterno romance Capítulo 389

Su expresión en realidad me dio la alusión de que nuestros roles estaban invertidos. Era como si yo fuera la secuestradora.

¡Respiré hondo y me recordé a mí misma que debía mantenerme calmada!

Me volví y vi que Summer seguía inconsciente. No solo eso, había algunas manchas de sangre en su frente. Le pregunté a Jean con preocupación: “¿Ella estará bien?”.

“No se preocupe, ella debería despertarse pronto”.

Quería decir algo más, pero de repente se levantó. Se acercó al hombre de hace un momento y habló en voz baja. Aproximadamente dos o tres horas después, aterrizamos en los límites de Estancia. Cuando bajé del helicóptero, ¡mi cuerpo tembló!

El clima era especialmente frío. Jean también lo notó, así que se quitó la chaqueta de cuero con forro polar interior y me la puso encima. Él levantó las cejas y dijo: “Vez, te trato tan bien”.

“Jean, no vayas a irradiar tu encanto por todas partes”.

Jean se reservó en sí mismo y caminó al lado de su compañero.

Caminamos unos cinco minutos. Un gran espacio abierto apareció en frente de nosotros. Había una veintena o treinta extranjeros armados que nos esperaban allí.

Jean entrecerró los ojos y sonrió: “Las hemos traído”, dijo él.

El líder notó a Jean. Él no pudo abstenerse de burlarse: “El famoso Señor Wallace resulta ser muy joven”.

Él era un extranjero que hablaba nuestro idioma con fluidez.

Jean sonrió encantadoramente: “Prefiero que alabes mi hermosura”.

“Muy bien. Aquí están las dos cajas de oro”.

Jean aceptó el oro y estaba listo para irse. Cuando él pasó a mi lado, me susurró al oído: “¡Tengo que irme a la fiesta de cumpleaños de mi viejo! No te preocupes. ¡Informaré a Zachary para que las salve!”.

‘¡Realmente, él es un hablador dulce que te j*de!’.

Una brisa corta pasó a mi lado. Jean simplemente se fue como el viento y desapareció de mi vista.

No tuve miedo en mi corazón.

Yo supuse que pagaron una suma enorme para llevarnos allí solo para incomodar a Zachary y a Charles. Solamente me preocupaba que ambos hombres estuvieran en peligro.

“Heh. Muchacha, ¿no estás asustada en lo absoluto?”.

Sonreí y pregunté: “¿Por qué debería de estar asustada?”.

Él encontró mi respuesta divertida, así que preguntó: “¿No tienes miedo de que te matemos?”.

“¿Pagando una suma enorme solo para matarnos?”. Volví la pregunta.