El Amor Eterno romance Capítulo 817

De repente me quedé dormida en el coche.

Nunca esperé quedarme dormida en absoluto. Cuando volví a abrir los ojos, vi al hombre en el asiento del pasajero luciendo concentrado con la cabeza gacha mientras jugaba con su teléfono.

Reprimí mis complicados sentimientos en el fondo de mi corazón. Cuando la lluvia se hizo más ligera, seguí bajando la montaña. Antes de llegar al centro de la ciudad, el hombre me pidió que me detuviera porque quería bajar. No respondí mientras estacionaba el coche al costado de la carretera.

Con una sonrisa gentil, el hombre volvió a abrir su paraguas rojo.

“Señorita, gracias. Nos volveremos a encontrar si así lo quiere el destino. Aquí tiene, esta es la tarifa por el viaje".

Me entregó cien dólares. No lo rechacé y me fui justo después de eso. Desde el espejo retrovisor, lo vi mirarme en la dirección en la que iba. Él se quedó allí y me miró todo el tiempo.

Cerré los ojos por un momento y me hice hacia el lado derecho de la carretera antes de irme.

Cuando llegué a casa, ya era muy tarde. Estaba agotada, así que me acosté en la cama y me quedé dormida rápidamente. Esa noche, tuve un sueño muy extraño. Soñé con algo que pasó cuando era joven y con algunas personas que no conocía.

No tenía ninguna impresión de esa persona que irrumpió en mi sueño repentinamente. Ni siquiera podía ver su rostro con claridad.

Cuando me desperté de nuevo, estaba empapada en sudor frío. No estaba segura de por qué, pero cuando me acosté en la cama, todo lo que podía recordar era el extraño sueño de la noche anterior.

Fue un sueño, pero no se sintió como un sueño.

Me pasó cuando era joven. Sin embargo, ya no podía recordar los detalles.

Cuando era joven, tenía un Border Collie. Me gustaba tener animales peludos como mascotas cuando era más joven. De repente, alguien me preguntó un día: "Carol, ¿te gusta?".

En ese momento le respondí que me gustaba. Tiempo después, perdí a mi perro. Cuando lo encontré de nuevo, ya estaba muerto. Desde entonces, nunca había vuelto a criar un perro.

Desde entonces, nunca tuve un perro hasta que me decidí a adoptar a los dos cachorros recientemente. Aparte de ellos, solo estaban los dos pastores alemanes en Finlandia que me regaló Martti.

Respiré hondo antes de levantarme y fui al baño a refrescarme. También bebí mi medicamento contra el cáncer. Pensé que debería ir al hospital más tarde para hacerme un chequeo médico, así que me cambié y bajé las escaleras.