El Amor Eterno romance Capítulo 848

Solo éramos amigos temporales.

Dije insistentemente: "Aun así, necesito darte las gracias".

Pasé junto a él y regresé al coche para enviarle un mensaje al asistente Yair. El cielo estaba oscuro. Cuando él llegó, ya habían pasado dos horas.

El asistente Yair hizo arreglos para que Charles, quien estaba herido, regresara a Europa. Mientras tanto, no necesitábamos volver a Turquía en coche, del mismo modo que fuimos. Eso fue porque originalmente planeamos desconfiar de Lucas. Sin embargo, dado que Lucas era inofensivo para mí en ese momento, pudimos tomar un helicóptero directamente de regreso.

En ese momento, no pude ver a Lucas cuando se fue antes de que llegara el asistente Yair y derribara a los hombres que custodiaban el lugar.

Solo Charles y yo nos quedamos en el enorme hospital.

Después de mandar lejos a Charles, el asistente Yair sugirió que descansara allí y tomara el helicóptero para partir a la mañana siguiente.

Estuve de acuerdo y dije: “Está bien. Partiremos mañana".

Mi cuerpo había quedado exhausto por los dos días con todo el mareo y los vómitos. Sentí que estaba en mi límite. Con otras diez horas de vuelo más, necesitaba un buen descanso.

El hospital estaba deteriorado y era inhabitable. El asistente Yair le ordenó a sus hombres que montaran una tienda de campaña. Abandoné el lugar y di un paseo a unos cientos de metros de distancia. Fue entonces que noté a un niño detrás del hospital. Él tenía un tono de piel más oscuro. Sus ojos estaban llenos de miedo y emoción mientras seguía mirándome fijamente. Era como si intentara obtener algo de mí.

Me agaché y pregunté en inglés: "¿Puedes entenderme?".

Los sirios hablaban inglés y francés como su principal idioma de conversación.

Deberían saber algo de inglés.

Él asintió con la cabeza y dijo: "Hambriento".

Tenía un par de panes conmigo y se los pasé rápidamente. Él los agarró rápidamente y se escapó mientras desaparecía de mi vista. No pude evitar reírme y dije: "No es como si fuera a comerme a la gente".

"Señorita, él tiene miedo de quedarse aquí por mucho tiempo".

Al escuchar esa voz tranquilizadora, me di la vuelta inmediatamente. Cuando él se acercó a mí, retraje mi mirada y le pregunté: "¿Por qué no te has ido?".

“Mis hombres se han retirado. Todo lo que queda son tus hombres. Sin embargo, recordé que necesitabas algunas cosas, así que regresé aquí".

Él me pasó una caja.

Era una caja de madera.

Pregunté con curiosidad: "¿Qué es esto?".

Él sonrió en silencio. Me quedé atónita cuando la recibí de él y vi lo que había dentro después de que abrí el envoltorio. Le pregunté: "¿Cómo sabes que me llegó el período?".