El Amor Eterno romance Capítulo 93

Resumo de Capítulo 93: El Amor Eterno

Resumo de Capítulo 93 – El Amor Eterno por Internet

Em Capítulo 93, um capítulo marcante do aclamado romance de Romance El Amor Eterno, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de El Amor Eterno.

Me fui del apartamento de Summer a la oficina. Mi asistente estaba increíblemente ocupado mientras le daba tareas oficiales y no oficiales. A pesar de la pesada carga, él era capaz de mantener todo en orden, lo que hablaba mucho de su ética laboral.

En la tarde, Dixon me llamó mientras yo estaba en la oficina. Su voz se cortaba a través del teléfono. “¿Ya has almorzado?”.

Yo estaba hojeando a través de los documentos. “¿Almuerzo?”.

“Sí, el almuerzo, iré a recogerte si no has almorzado”.

La compañía Gregg estaba muy lejos de la Corporación y un viaje de ida y de vuelta tomaría dos horas. Consideré el tiempo y dije, “Ya comí”.

Durante los tres años de matrimonio, Dixon estaba frecuentemente ocupado con el negocio de la compañía. No quería que perdiera dos horas, así que mentí.

Él no me atrapó en mi mentira y colgó luego de un rápido recordatorio para que tomara mi medicamento.

Después de terminar la llamada, mi asistente entró en mi oficina. “Presidenta Shaw, encontré quién es la persona de la llamada”.

Miré a Chuck a los ojos y pregunté, “¿Quién?”.

“Wendy Yale”.

Mi familia no tenía rivalidad con los Yale, inclusive teníamos un mutuo acuerdo de negocios vigente. Wendy Yale no parecía el tipo de persona que haría bromas telefónicas.

Esa mujer estaba por encima de esas cosas.

Fruncí el ceño. “¿Estás seguro?”.

El asistente explicó, “Gwen Worth mantenía contacto con muy pocas personas. Cuando usted dijo que el número era de la Ciudad A, Wendy Yale era la mejor coincidencia.

“¿Estás seguro de esto?”.

Mi asistente respondió, “Solo estoy suponiendo. Si la presidenta Shaw necesita pruebas, puedo visitar la Ciudad A. Estoy seguro de que el número aún debe estar en las Mansión Yale”.

La persona había amenazado con mi vida en el teléfono.

Me levanté de mi asiento. “¿Qué motivos podemos dar para entrar al territorio de los Yale?”.

Los ojos de Chuck se ensancharon a medida que una idea se le cruzaba por la mente.

“¿En qué estás pensando?”.

“Los Gregg son increíblemente cercanos a los Yale. Si la presidenta Shaw puede solicitar su ayuda…”. Chuck se detuvo y sacudió su cabeza. “Quizá no sería sabio involucrar al presidente Gregg en esto”.

¿Dixon Gregg y Wendy Yale eran cercanos?

Recordé la última vez que nos encontramos con Wendy Yale. Sus ojos permanecieron sobre Dixon por un segundo demasiado largo y, por la manera de hablar de Jennifer Yale, deduje que Wendy tenía sentimientos hacía Dixon.

“¿Por qué lo dice?”.

“La madrasta de Wendy Yale es la tía del presidente Gregg. Sus familias están entrelazadas, y si Wendy Yale estuviera detrás de las bromas telefónicas, la situación sería incómoda para el presidente Gregg”.

¿Los Gregg y los Yale tenían parentesco consanguíneo?

Le seguí la corriente. “La Corporación Shaw tiene algunos negocios allá”.

“Está bien. ¿Cuándo regresarás a la Ciudad Wu?”.

“Una vez eso esté resuelto, iré a la Ciudad S. Probablemente esté de vuelta mañana por la noche”.

Dixon estaba en silencio cuando mencioné la Ciudad S. A él no le gustaba esa ciudad. “¿Necesitas que te acompañe?”.

“No. Te llamaré cuando esté de regreso”.

“De acuerdo. Ve con cuidado, ¿Sí?”, él dijo.

Mi llamada era para anticiparlo acerca de mi ausencia esta noche. No quería que me buscara y se diera cuenta que estaba donde los Yale.

Quería solucionar este problema por mí misma. Los Yale eran parientes de él y no quería arrastrarlo a este problema.

Cuando iba a cerrar la llamada, Dixon de repente preguntó, “Carol, ¿estás indagando a Charles Connor?”.

Mi asistente estaba intentando encontrar su contacto.

Pensé por un momento antes de responder, “Sí”.

Dixon habló en un tono bajo, “No deberías meterte con ese hombre. Él no vale la pena”.

Charles Connor era alguien con quien no se debía jugar, yo sabía muy bien eso. Levanté una ceja, aunque Dixon no estuviese ahí para verlo. “¿Cómo sabes que estaba investigándolo?”.

Histórico de leitura

No history.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: El Amor Eterno