Había pasado todo el día rompiéndome la cabeza a base de pensamientos y posibilidades desnudas de resultados.
Me encontraba en ese momento de la vida, al menos de algunas vidas, en el que por más que piensas por dónde puedes salir a flote, no haces más que seguir ahorrando el poco oxígeno que te queda dentro de la profundidad del mar de problemas en el que te estás ahogando.
El hospital esperaba que en setenta y dos horas les hiciera el pago por los servicios pendientes de mi padre.
Un abogado del seguro de la persona desconocida que mi madre había atropellado, también aguardaba por mi indemnización y para completar, estaba el tema del desalojo por falta de pago.
El hospital podría cancelarlo con el sueldo del todo el mes, que debían pagarme en una semana, pero no era el término que habían establecido para cancelar la deuda.
Cuando mi padre enfermó y supe que moriría porque no habían suficientes corazones disponibles para trasplantar, yo me incluí en la base de datos como donante, en caso de que muriera con mi corazón saludable. Tenía que quemar todas las naves en cuanto a salvar la vida de mi padre. Y así lo hice.
Me hice los análisis necesarios y sentí, que a lo mejor esa buena obra, sería tomada en cuenta por el universo y alguien le donara uno a mi padre. Pero se ve que el universo es ciego y sordo, porque aquello nunca sucedió y mi padre murió en los brazos de mi madre, que por si fuera poco, salió del hospital tan alterada por todo en general, que terminó muriendo por accidente de tráfico, enviando a alguien al hospital, dejándolo en una grave condición.
Traté de contactar a la persona que ella había lastimado cuando chocaron con sus autos, pero el hospital dijo que los familiares se llevaron al paciente para otro sitio y no podían darme información.
Me hacía sentir mal todo aquello. Pero...¿Que podía hacer yo?
No había podido siquiera llorar a mis padres, no tengo tiempo ni para eso.
Tomando un té, para tratar de aliviar mis nervios y conseguir dormir, me llamó Patricia.
— ¿Que pasa cariño? — ella trabajaba esa misma noche, pero yo descansaba.
— Lore, tienes que salir de tu casa ya — se escuchaba nerviosa. Incluso agitada.
— ¿Por qué, qué pasa Patri?
— Alfonso le dió tu dirección a ese viejo, el que quiere que bailes para él y salió para allá con otro hombre. No me gusta su actitud Loreine, sal de ahí. Tengo miedo.
Mientras ella prácticamente gritaba, yo no llegaba a asimilar lo que en realidad pasaba.
— Te llamo en una hora. Tranquila — colgué y subí corriendo a mi habitación para coger algo de ropa, si venía alguien no podía recibirlo en pijama y menos alguien tan repugnante como ese hombre.
Terminando de vestirme, sentí unos golpes en mi puerta y avisando que iba a abrir, tomé unas tijeras y las escondí en mis jeans, al menos podría asustarlos si intentaban algo.
Nada más abrir la puerta, aquel hombre de barba sucia y pelo grasoso venía acompañado de otro un poco más joven igual de desaliñado, y con cara de delincuente.
— ¿Que quiere señor Stuart? — le pregunté mirando hacia afuera, que solo se veía oscuridad. La calle estaba vacía, como de costumbre.
Él empujó la puerta y ambos entraron, caí contra la pared y ahí mismo se abalanzó sobre mí el hombre que lo acompañaba.
Me aguantó las manos en la espalda y clavó una rodilla entre mis piernas. Gimió cuando sintió el contacto con mi feminidad y la bilis se me acumuló en el esófago, junto con el pánico en la piel.
La puerta abierta y yo en un puro nervio, solo pude pensar en el asco que sentía ahora mismo.
Mis ojos verdes se clavaron en los azules asquerosos de Stuart.
— Yo te pagaré tus deudas y tú cumplirás con los deseos de mis clientes — el hombre que me tenía aguantada pasó su lengua por mis labios y sentí que le vomitaría encima.
— De acuerdo. — accedí para ganar tiempo y suavizar la postura del que me agarraba — no tengo muchas opciones.
Ambos hombres sonrieron triunfantes y el que me tenía, bajó su adwuroda boca, lamiendo mi piel y mordió uno de mis senos, muy duro y me provocó un gran dolor, pero no lloré ni grité, no le daría ese placer.
Ni ningún otro.
— Serás la más cara de mis putas pero valdrás la pena, me pagarán mucho por tí, y nadie te reclamará, porque ya sé que estás sola. Eres perfecta para mí, y para mi negocio.
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