—No quiero pensar que un político como tú pretendía golpear a una mujer que... —alzó la mano de manera retadora para impedirle hablar y continuó —dicho sea de paso es la mujer de mi hermano y mi gran amiga y cuñada.
Kyle y yo nos habíamos hecho muy cercanos los últimos tiempos con Alexander y luego había sido justamente él quien me daba la mayor información sobre su estado.
Las cosas que teníamos pensadas hacer para sanar al comprador, eran muy nuestras y eso, entre otras cosas nos había acercado bastante. Le tenía muchísimo cariño.
—¿Que haces en mi propiedad? —preguntó Christian, hosco.
—Justamente vengo por ella. Necesito hacerle unas preguntas en comisaría.
—Estamos fuera de tu territorio, Kyle. No soy estúpido. Quieres que se vea con tu hermano.
Kyle me miró un segundo y se detuvo unos momentos en mi mandíbula y me dió temor que hubiese alguna marca en mi piel. Luego volvió su atención a él y concluyó...
—Ella es parte de una de mis investigaciones y eso no tiene nada que ver con territorios y... —se detuvo otra vez acercándose a mí para tomar mi mano —si mi hermano quiere verla, nada lo va a detener idiota. Él no me necesita para estar con su esposa.
Apreté su mano cuando dijo aquellas palabras y me atrajo hacia su cuerpo para besarme la mejilla sin saber que me dolía un poco.
—Ella es libre de ir donde quiera —mintió el maldito —y con respecto a lo que has dicho antes no, no soy capaz de golpear a una mujer y menos a una que amo tanto. Saldré de viaje, no la devuelvas tarde que la llamaré luego.
—Es una pena que ella siendo el amor de tanta gente, realmente solo pertenezca a un hombre... mi hermano.
—Ya basta Kyle —murmuré en su oído.
Christian poniendo un pie en el estribo de su camioneta se giró, lo miró sonriendo sin alegría y pronunció con rencor:
—Un golpe de suerte nada más. Yo la ví primero y la tengo ahora. Haré que eso cambie.
—¡Buena suerte!
Esta última frase la dijo Kyle casi gritando, él ya se había montado en el coche y cerrado la puerta y yo empezaba a soltar aire contenido.
(...)
—Lo has pinchado demasiado Kyle, no quiero más líos con él.
—Agradece que no le haya disparado. ¿Por qué dejas que te trate así?
Su reclamo y su cuerpo venían detrás de mi escaleras arriba. Íbamos a mi habitación para cambiarme de ropa y coger algunas cosas. No me quedaría en esta casa ni muerta.
—Nunca lo ha hecho. Supongo que mi escapada con Alexander lo sacó de su lógica. No es un tipo violento conmigo. Todo lo contrario.
Preparé una maleta y eché cosas al azar mientras Kyle avanzaba por el lugar mirando y tocando todo lo que quería.
—Seguiste con lo acordado, supongo —me inquirió —¿Le diste solo los fines de semana?
—Sabes que cumplo mi palabra. Creo que lo demostré entrando a aquel quirófano que casi nos mata a los dos.
—Vale sí, lo siento. Vamos anda.
Él tomó mi maleta y me sorprendió muchísimo ver como mientras me montaba en mi auto para irme, nadie de la seguridad que Christian me tenía me seguía. Algo había pasado para que ellos me dejaran ir, pero pensaba disfrutarlo.
Salí detrás de la patrulla de Kyle, teníamos que hacer el paripé y ya luego seguir con nuestras vidas, sin embargo la sorpresa me la llevé cuando tomé una dirección distinta y más adelante vi su coche siguiéndome.
Me dirigí a un hotel, quería estar sola y tranquila para pensar, estaba muy asustada por la conducta violenta del jodido político y en extremo emocionada por mi reencuentro con Alexander.
Él tenía la capacidad de hacerme enloquecer y la cercanía con las puertas del placer, me habían dejado con la miel en los labios. Una miel para la que no me había preparado.
Sus hermanos y yo habíamos intentado de manera fallida en el pasado, sacar a Alex de su conducta omiónama, pero no había funcionado del todo bien.
Nadie nos aseguraba que él hubiese cambiado debido a lo acontecido y en vista de su rápida respuesta un rato antes en el yate, entendía que sus costumbres controladoras no habían variado mucho.
Enseguida asumió que debía encontrar la manera de mantenerme en una venta contante y eso era justamente lo que esperábamos que hiciera.
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