Adolfo se dio cuenta de lo que estaba pasando y su voz se volvió fría como el hielo. Extendió la mano y sujetó con fuerza la de Verónica, quien intentaba seguir golpeándola.
Mirándola con una intensidad feroz, este hombre, siempre tan distante y orgulloso, se transformó completamente por la persona que amaba. Verónica sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. Al mirar al hombre que había amado durante diez años, un sentimiento amargo inundó su corazón.
"Sí, debería haberme vuelto loca hace tiempo".
De repente, levantó la mano y le dio una bofetada a Adolfo con todas sus fuerzas.
"Adolfo, esto se acabó entre nosotros".
Había querido decirle eso desde el momento en que su hija había muerto.
Desde ahora, ¡cada quien por su camino!
Verónica retiró su mano, sintiéndola adormecida por el golpe fuerte que había dado mientras la mejilla izquierda de Adolfo se enrojeció visiblemente; era la primera vez en su vida que una mujer le pegaba. Con una mirada intensa y oscura, Adolfo la observó y soltó una risa fría, "Ja".
Verónica no dijo nada más y se giró para irse.
Sabía que Adolfo no le creería. Después de todo, en sus ojos, ella había hecho de todo para estar con él, incluso metérsele a su cama a toda costa.
Durante cinco años, había permanecido a su lado sin ningún título oficial.
¿Cómo iba a querer terminar con él?
Tres días después, en Hogar de la Harmonía, Adolfo llegó exhausto, pero pa su sorpresa no había nadie. Verónica se había ido de casa con Pilar. Con el rostro serio, sacó su teléfono por primera vez y le envió un mensaje a Verónica.
"Vuelve a casa"
Tres palabras breves, con un tono de mando. Justo después de enviarlo, apareció un signo de exclamación rojo. A continuación, un mensaje: "El mensaje ha sido enviado, pero el destinatario lo ha rechazado".
¿Verónica lo había bloqueado? Su rostro se volvió aún más frío, y realizó una llamada. Se colgó automáticamente después de un solo tono.
Después de varios intentos, Adolfo finalmente se dio cuenta de que Verónica también había bloqueado su número.
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