Ese hombre no tenía nada de tacto para decir las cosas. Ian le había dicho que se casarían. No fue una pregunta. Mucho menos una propuesta de matrimonio romántica, digno de una novela de Hollywood.
—Estás muy pálida. ¿Te sientes bien? —preguntó frunciendo el ceño.
—Es que ni siquiera me has preguntado si quiero casarme contigo —le miró un poco furiosa.
—Es cierto, —sonrió arrogante— no te lo estoy pidiendo. Te lo estoy informando.
—¿Alguna vez pides las cosas con un por favor al final?
—Sólo cuando es necesario —se estaba divirtiendo al ver su rostro ؙ—la envolvió en sus fuertes brazos.
—Ian... esa decisión es muy apresurada.
Cubrió los labios con los suyos y permitió que el calor de aquel beso le recorriera cada célula de su cuerpo.
—Ya no puedo esperar más, Diana —habló dejando sus labios—. Quiero que todo el mundo sepa lo nuestro. Que eres completamente mía.
Ella suspiró.
—A veces pienso que estoy en sueño, y que en cualquier momento voy a despertarme, y presiento que el golpe será muy duro.
—También lo pienso —besó su frente—. Más cuando te veo dormir a mi lado. Pero creo que las cosas se están arreglando para nosotros —volvió a besar sus labios.
—Esta tarde quedé con Karla en una salida de chicas —informó, cambiando el tema.
—Estoy de acuerdo en que te distraigas un poco. Le diré a Mark que las acompañe.
Ella se alejó un poco de él.
—¿Qué sucede? —preguntó haciendo gesto de fastidio.
—Es que puede entrar alguien.
Ian resopló molesto.
—Esa es una de las razones por las cuales quiero casarme rápidamente contigo.
—No puedo casarme contigo, Ian —Diana negó con la cabeza.
El rostro masculino cambio en un momento y el desconcierto estaba en su mirada.
—¿Cuál es la razón? —su tono era demasiado serio, porque él no se esperaba esa respuesta.
Ella señaló su vientre.
—No voy a casarme contigo toda gorda e hinchada —negó de nuevo con la cabeza. —Si lo hacemos será después de que el bebé nazca.
—¿Por qué no hacerlo antes? —preguntó cómo si hubiese encontrado una solución.
—¿Antes? ¿Cómo? —estaba un poco confundida.
—Podemos casarnos la semana que viene —sonrió—. Aún no se te nota ni un poco el embarazo.
—Realmente estás loco —dijo.
—Está decidido —sonriendo de oreja a oreja—. Nos casamos la semana próxima.
—No podemos hacerlo.
—Diana. Será algo sencillo. Algo privado. Después que nazca el bebé podemos hacerlo de nuevo.
—¿Estás diciendo todo esto en serio?
—Por supuesto. Ya es hora de que esto se sepa, Diana —la determinación estaba arraigada en él.
—¿Y mi familia? ¿Qué le voy a decir a mi madre? —preguntó contrariada.
—¿Crees qué me importa lo que tu madre diga a estas alturas? —dijo alzando un poco la voz. —Ahora tu familia somos nosotros —señaló a su abdomen—. Nuestro bebé, tu y yo... y ya deberías de aceptarlo de una vez.
Lo que él decía era totalmente cierto. Pero, aún no se sentía con ganas de enfrentar a su madre.
—Es algo que haré más adelante. —Se acercó a él inclinando la cabeza para darle un beso. —Debo volver al trabajo.
Dejó a Ian en su oficina y continuó con su jornada laboral, tranquila sin la presencia de Andrew acechando. Caminaba ahora muy tranquila. Ya se estaba acostumbrando a caminar por los pasillos y escuchar los murmullos a su alrededor.
—¡¿Estás lista?! —Karla se escuchaba alegre.
—Sí. Vamos —contestó Diana con una sonrisa. —Tú gran jefe quiere que tengamos a Mark para nosotras.
—¡Wooa!. Amo a mi jefe —dijo con sorna—. Me parece muy bien. Tener a ese bombón toda la tarde de chicas —suspiró.
Diana parpadeó un par de veces.
—¡No me lo puedo creer! —exclamó—. ¿Te gusta Mark?
—Shuuu... Diana —miró nerviosa a los lados esperando que nadie la estuviera escuchando.
—Esto sinceramente. No me lo esperaba.
—Él ni siquiera sabe que existo —Karla se encogió de hombros—. Lamentablemente las cosas a veces las cosas son así.
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