-Claro, ¿cuándo te he mentido?-
Laura se quedaba allí intrigada por saber por qué este hombre que siempre no le interesaba nada ahora estaba obsesionado con esto.
-Solo quiero tener una hija -Oscar le miró a Laura con dulzura y dijo-. Una niña que sea ingenua, mona y bonita como tú, y cuando ella nazca, le daré todo mi amor.-
-Ya, está bien, pero para qué estás tan ilusionado si todo está en el aire.-
Ella andaba cada vez más cabizbaja, al momento que el semáforo cambió a verde Oscar dejó de hablar, pisó el acelerador y condujo hacia la guardería donde se encontraba Iker.
Media hora después, la maestra de la guardería les miró a Oscar y Laura sintiéndose un poco perdida.
-¿Vaya? Jefe Oscar, ¿hace rato no has venido a recoger a Iker? ¿Por qué vuelves? ¿Le ha pasado algo a Iker en casa? -
Al escuchárselo, Oscar frunció el ceño y luego ellos los dos se miraron el uno al otro, llenos de perplejidad.
Laura se volvió y la miró con un poco de inquietud.
-Profesora, ¿te has equivocado? Mi esposo y yo no hemos estado aquí antes, y no me parece graciosa tu broma, ¿ acaso Iker te pidió que nos contaras eso a propósito?-
-Claro que no.-
La profesora se sentía muy confusa, pero en ese momento parecía haberse dado cuenta de que esto era verdad porque sus padres le estaban hablando muy en serio, pero ella tampoco les mintió.
Según su memoria, recordaba que era Oscar quien había venido a por Iker.
Pensando en esto, la sonrisa de la profesora se volvió un poco forzada.
-Es verdad que hace un momento fue señor Oscar el que lo había recogido, y no les estoy contando ninguna broma. Además estoy bastante segura de esto, y si no hubiera hecho bien mi trabajo de cuidar a los niños, me despedirían, ¿estáis seguros?-
Vio que ella le hablaba con entereza, y Laura empezó a dudar de sí misma. Se dio la vuelta para mirarle a Oscar con recelos.
-Imposible –
Oscar dijo con frialdad, la dulzura en sus gestos desapareció.
-He estado en unas reuniones por la tarde y nunca he estado aquí, maestra, si Iker te pidió que le ayudaras para darnos un susto, entonces creo que ya es hora de que termine sus jueguitos.-
-No es así.-
La maestra se comportaba ansiosamente
-Sr. Oscar, vi que tú recogiste al niño. Si no me lo crees, podemos ver las cámaras.-
Después de hablar, la maestra llevó a Oscar y Laura a la sala de monitoreo. Sin embargo cuando se reproducía el vídeo de vigilancia en el que alguien venía a recogerlo, de repente toda la pantalla se bloqueó.
-Cómo es eso.-
La maestra exclamó con incredulidad
-¿Por qué esta parte se quedó borrosa?-
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