El Juego de los Exes romance Capítulo 502

"Sra. Ruth, creo que tampoco quieres verme, por lo tanto me voy primero."

Ruth estaba tan enfadada que casi se desmayó, señaló a Gabriela con un dedo tembloroso: "Tú..."

Pero Gabriela ya estaba lejos.

Luego, llevaron a Ruth al hospital.

Cuando Gabriela se alejó conduciendo de la Mansión de los Sagel, sintió una gran sensación de alivio al mirar el cheque en su mano.

Aunque su cuello todavía le dolía, no le importaba en absoluto.

Estacionó su auto en el mercado de intercambio de productos de lujo de segunda mano.

Cuando el propietario de la tienda vio la pulsera en la mano de Gabriela, no pudo evitar levantar sus gafas varias veces, su tono lleno de incertidumbre.

"¿Estás segura de que quieres vender esto?"

Gabriela asintió.

El dueño de la tienda rápidamente se secó el sudor de la frente.

"Señorita, este artículo es muy caro. Resulta que nuestro jefe está aquí hoy, voy a hablar con él, por favor espere aquí un momento."

Gabriela fue guiada a una sala de espera por dos empleados.

Y el dueño de la tienda llevó la pulsera con cuidado y fue directamente al segundo piso.

"Director Mena, esta señorita quiere vender esto. Se exhibió en la última exposición de joyas y no sé a qué mostrador se vendió. Solo hay una pieza en el mundo, y como es tan cara, quería preguntarle..."

El hombre sentado en la silla era Fausto.

Fausto estaba desmantelando una pistola con habilidad en sus manos. Ese gran mercado de intercambio de segunda mano era muy rentable. Allí se podían intercambiar todo tipo de cosas, en la superficie eran productos de lujo, pero en realidad también se podían intercambiar armas, aunque solo los empleados internos lo sabían.

Fausto solo echó un vistazo a la pulsera y preguntó: "¿Es auténtica?"

El dueño de la tienda asintió: "Lo hemos comprobado, es auténtica."

"¿Cuánto vale?"

"El precio de venta en el mostrador es de unos veinte millones, pero aquí solo podemos ofrecer quince millones."

Los artículos raros siempre se podían vender a un alto precio.

"Quédatelo."

El dueño de la tienda asintió y colocó la pulsera con cuidado a un lado.

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