El Juego de los Exes romance Capítulo 537

Sebastián estaba convencido de que Gabriela no le mentiría.

Si ella realmente puede resolver este asunto, también serán buenas noticias para él.

Sabía que con el grado en que la señora de la casa lo molestaba, ella no se daría por vencida fácilmente en el futuro.

"¿Has diseñado casas para la familia de La Rosa?"

"Se podría decir eso."

Los ojos de Sebastián se entrecerraron un poco, su agarre se endureció.

"Tú…"

No pudo terminar su frase cuando su teléfono empezó a sonar. Era una llamada de Abuelo Sagel.

Probablemente por lo de Nacho.

Soltó a Gabriela, recogió la chaqueta que tenía a su lado y estaba a punto de irse.

"No le diré a Selena sobre esto."

El teléfono seguía sonando, como si no fuera a parar nunca si no lo contestaba.

Gabriela sabía que él tenía algo que hacer, así que también se preparó para irse.

"Sr. Sagel, si tienes más que hacer, vete."

Sin embargo, en el proceso de bajada del ascensor, Sebastián la agarró fuertemente por la nuca, besándola con intensidad, como si quisiera absorber su alma.

Ella se sintió débil, como si él estuviera a punto de ir a la guerra.

Las puertas del ascensor se abrían y cerraban en el garaje subterráneo, y Gabriela estaba sin aliento por los besos.

Como no entraba ni salía nadie, y nadie presionaba ningún botón, el ascensor finalmente se quedó en su lugar, el espacio cerrado lleno de la fragancia amaderada de él.

Sebastián soltó a Gabriela, "Dejaré que Álvaro Quijano te lleve a casa."

Gabriela iba a preguntarle a dónde iba, pero terminó en su lugar:

"Es más conveniente si tomo un taxi por mi cuenta."

El celular de Sebastián sonaba todo el tiempo, y el tiempo que estaban demorando aquí era el tiempo que estaba sonando, lo que demostraba la ansiedad de la persona que lo llamaba.

"Sr. Sagel, deberías irte primero."

Cuando Sebastián se subió al auto, la miraba profundamente.

Gabriela siempre sintió que esa mirada tenía un significado más profundo.

*

Sebastián llegó a la antigua casa de la familia Sagel y fue golpeado en el pecho por una copa antes de entrar por la puerta.

Luego vino la voz furiosa de Abuelo Sagel, "¡Arrodíllate afuera hasta que te mueras!"

No dudó y se arrodilló de inmediato.

Al lado de Abuelo Sagel, estaba Nacho, que estaba casi golpeado hasta quedar inválido.

La cara de Nacho estaba hinchada como la cabeza de un cerdo, no podía mover todo el cuerpo, ni siquiera podía cerrar las comisuras de la boca y seguía babeando.

"Abuelo..."

Nacho pronunció el título con dificultad, cuando vio a Sebastián, se encogió por reflejo.

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